El sol que vamos a contemplar cada mañana, sólo podemos descubrirlo con muchos esfuerzos, mucha paciencia. Aunque esté ahí, brillante, luminoso, cegador, no se revela fácilmente ante nosotros, y nuestras preocupaciones cotidianas no nos preparan para percibir esta vida sutil a la que aspiran nuestra alma y nuestro espíritu. Pero hay que perseverar, hay que trabajar durante mucho tiempo sobre nuestros sentidos espirituales hasta comprender que es la Divinidad quién se manifiesta a través del sol, y comulgar con ella.
Crees conocer al sol… No, comenzarás a conocerle cuando sientas en el plexo solar una vibración de tal intensidad, que todo tu ser será alimentado, colmado… Entonces, como él, estarás dispuesto a verter sobre el mundo entero tu calor, tu luz, tu vida, y así es como la Santísima Trinidad, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, estará viva ti."
(Omraam M. Aivanhov)
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