La felicidad no es ausencia de preocupaciones o sufrimientos, porque eso es imposible en este planeta, porque es a través de ellos que crecemos como seres humanos, porque “es en los momentos de prueba cuando se revela el alma del hombre, la prueba revela lo que verdaderamente alberga su corazón” 1814 porque la sabiduría del hombre nace de las pruebas y de los errores de la experiencia humana”58
La verdadera felicidad es un estado de conciencia que brota de lo más íntimo de nuestro espíritu, dando una nueva percepción y una nueva vida a nuestra existencia, la cual nos permite ser felices aún a través de los negros nubarrones de la aflicción, porque “los individuos nacidos del espíritu reciben una motivación especial en sus vidas”1776 que les permite decir: “he aprendido a contentarme con todo, cualquiera sea mi situación”1736 y no con un sentimiento de resignación estéril, sino con la alegría de saber que el sol volverá a brillar, porque en esta vida nada es peremne, y porque tenemos la convicción de que nada en esta vida nos ocurre por casualidad, todo es el Efecto de una Causa y todo es una lección de la Maestra Vida para que crezcamos en amor y sabiduría
Las siembras y la naturaleza entera, no podría fructificar si no existieran las estaciones del año, el hombre tampoco podría realizarse como ser humano, si no hubiesen cambios de todo tipo en su vida, porque son ellos los que lo sacan de la “la rutina que cansa y agota” 556
La felicidad verdadera está lejos de la euforia y de los acontecimientos extraordinarios, ellos son volátiles, se van con la misma rapidez que llegaron a nuestra vida. La felicidad que debemos destapar, es esa que está en el fondo de nuestra alma y que hay que ir destapando despacito, como lo hacemos con el corcho de la champagne, que si la agitamos nos chorrearemos enteros y perderemos gran parte de ella.
Destapar despacito la felicidad, es no perder nunca la capacidad de asombro, para que cada día sea para nosotros algo diferente. No hay nada peor que acostumbrarnos a lo que tenemos, porque entonces perdemos la capacidad de verlo y valorarlo. Aprender a ser feliz con las cosas pequeñas y cotidianas, sentir el aroma de un rico café al desayuno, mirar el cielo, las flores y sobre todo tener conciencia de la gente que nos rodea y pensar que en cada uno de ellos, se esconde una partícula de Dios, entonces ¿cómo no ser gentil con ellos?
yolanda silva solano