6. LA COORDINACIÓN FILOSÓFICA
La teología es el estudio de las acciones y reacciones del espíritu humano; no puede jamás volverse una ciencia, puesto que debe estar siempre combinada más o menos con la psicología en su expresión personal y con la filosofía en su marco sistemático. La teología es siempre el estudio de tu religión; el estudio de la religión de otros es psicología.
Cuando el hombre se acerca al estudio y al examen de su universo desde afuera, da origen a varias ciencias físicas; cuando encara la investigación del yo y del universo desde adentro, da origen a la teología y a la metafísica. El arte de la filosofía más reciente se desarrolla en un esfuerzo por armonizar las muchas discrepancias que están destinadas a aparecer al principio entre los hallazgos y enseñanzas de estas dos avenidas diametralmente opuestas de enfoque al universo de las cosas y de los seres.
La religión tiene que ver con el punto de vista espiritual, el conocimiento del carácter interior de la experiencia humana. La naturaleza espiritual del hombre le ofrece la oportunidad de volver el universo de afuera hacia adentro. Por lo tanto es verdad que, vista exclusivamente desde el interior de la experiencia de la personalidad, toda creación parece ser espiritual en su naturaleza.
Cuando el hombre inspecciona analíticamente el universo a través de las dotes materiales de sus sentidos físicos y la percepción mental asociada, el cosmos parece ser mecánico y hecho de materia-energía. Dicha técnica de estudiar la realidad consiste en volver el universo de adentro hacia afuera.
Un concepto filosófico lógico y coherente del universo no puede ser construido sobre los postulados ni del materialismo ni del espiritismo, pues ambos sistemas de pensamiento, cuando se los aplica en forma universal, obligan a ver el cosmos en una distorsión, el primero encarando el universo de adentro hacia afuera, el segundo comprendiendo la naturaleza del universo de afuera hacia adentro. Por consiguiente, ni la ciencia ni la religión, podrán jamás por sí mismas, en ais-lamiento, esperar ganar una comprensión adecuada de las verdades universales y de sus relaciones, sin la guía de la filosofía humana y el esclarecimiento de la revelación divina.