Mediante el fortalecimiento espiritual y el trabajo interno, alcanzamos la comprensión de que tenemos la facultad de influir en el entorno.
Si tu intelecto es débil, estás a merced del ambiente, cualquiera que éste sea. De tu subconsciente pueden surgir entonces ciertas emociones y pensamientos que no sean necesariamente de tu elección. De ese modo puedes caer bajo la influencia no sólo de la negatividad del ambiente, sino también de tu propia debilidad interna.
De lo contrario, si fortaleces el intelecto y lo llenas con los poderes espirituales de discernir, de decidir y de la introversión, te darás cuenta de que puedes ejercer una influencia positiva y beneficiosa allí donde estás, además de protegerte de las influencias externas.