Ejercitar la paciencia es un buen modo de fortalecer la voluntad: paciencia para escuchar a los inoportunos, para controlar los impulsos, para no contestar mal…
Lo que hay que hacer, se hace, ¡ahora! Sin aplazarlo.
Si algo supone esfuerzo, esa es una buena razón para hacerlo. Ahí radica la clave de la superación personal.
Como ejercitas tus músculos, ejercita tu voluntad.