"La vida es difícil, es verdad; los humanos son a menudo malvados e ingratos, eso también es verdad. Pero aquél que se pasea por todas partes rumiando interiormente su malhumor y su rebeldía, da pruebas de un gran egoísmo, porque pone una carga más en la espalda de los demás, que también se encuentran con las mismas dificultades.
Cree que si no dice nada y no hace daño a nadie, su malhumor sólo le concierne a él... Pues bien, ¡que se desengañe! Los humanos están todos conectados unos con otros y, cuando alguien agita continuamente en su cabeza y en su corazón todas las razones que tiene para estar descontento, lo quiera o no, todo esto se refleja en aquéllos a los que frecuenta como algo pesado, oscuro.
Sólo aparentemente no les hace ningún daño. En realidad, con sus pensamientos y sus sentimientos, proyecta corrientes negativas que actúan sobre su familia, sus amigos, la gente con la que se encuentra, e incluso sobre los animales, las plantas y los objetos de su alrededor. No es por tanto más inocente que las personas contra las que considera legítimo que se indignen."
(Omraam M. Aivanhov)