Nuestro corazón está más acostumbrado para recibir críticas o desprecios, que para las alabanzas o piropos. ¡Qué tristeza cuando el amor causa extrañeza!
¡Cuántos seres queridos se nos van para siempre y nunca oyeron de nuestros labios un “te quiero”!
No somos malos sino descuidados y olvidamos a la gente que queremos.
Muchas veces manifestamos amor cuando ya es tarde, cuando muere “un ser querido” hacemos lo imposible para asistir a su entierro, y no hicimos nada para asistir a su último cumpleaños.