El corazón humano está hecho para dar y recibir amor, no para odiar ni recibir desprecios. Pero para eso hay que prepararlo y entrenarlo para el bien. Se aprende a nadar moviendo los brazos y las piernas dentro del agua, el amor se logra amando dentro de uno mismo, con acciones, no hay otra forma.
El amor que das a los demás debe comenzar en ti, pasar por los otros y volver a ti. Jesucristo dice: “ama a tu prójimo como a ti mismo”. No dice: “lee a tu prójimo como a tus libros”, ni “piensa de los demás como tú piensas”. Nadie aprende a nadar leyendo, o pensando. Sé de una persona que se lanzó desde un trampolín a una piscina vacía, sin agua. De la misma manera, algunos pretenden amar estando vacíos de amor, aspiran a querer a los demás y se olvidan del “sí mismo”, se lanzan a la vida vacíos de amor. Cuando alguien no se ama a sí mismo, en vez de apreciar, castiga; hace mucho daño… “amando”. |