En breve llegaron al antiguo centro de la ciencia y del saber griegos, y Ganid estaba encantado de encontrarse en Atenas, en Grecia, en el centro cultural de lo que en un tiempo fuera el imperio de Alejandro, que había extendido sus fronteras incluso hasta su patria misma, la India. Allí había pocos negocios que hacer; de manera que Gonod pasó la mayor parte del tiempo con Jesús y Ganid, visitando los muchos sitios de interés, escuchando las interesantes conversaciones del mancebo y de su versátil maestro.
Aún florecía en Atenas una gran universidad, y el trío hizo frecuentes visitas a sus aulas. Jesús y Ganid habían discutido ampliamente las enseñanzas de Platón cuando asistieron a las conferencias en el museo de Alejandría. Todos disfrutaban del arte de Grecia, ejemplos del cual aún se encontraban aquí y allá por toda la ciudad.
Tanto el padre como el hijo disfrutaron mucho también la discusión sobre ciencia que Jesús tuvo con un filósofo griego, una noche en la hostería donde se alojaban. Una vez que acabó este pedante su discurso de casi tres horas, Jesús dijo, traducido en términos de pensamiento moderno:
Los científicos podrán algún día llegar a medir la energía, las manifestaciones de la fuerza, de la gravedad, de la luz y la electricidad, pero estos mismos científicos nunca podrán (científicamente) deciros qué son estos fenómenos del universo. La ciencia se ocupa de las actividades de la energía física; la religión se ocupa de los valores eternos. La verdadera filosofía parte de la sabiduría, que trata de correlacionar estas observaciones cuantitativas y cualitativas. Siempre existe el peligro de que el científico puramente físico pueda llegar a sufrir del placer del orgullo matemático y el egoísmo estadístico, sin dejar de mencionar la ceguera espiritual.
La lógica es válida en el mundo material, y las matemáticas son confiables cuando su aplicación se limita a las cosas físicas; pero ni la una ni la otra han de considerarse completamente confiables o infalibles cuando se aplican a los problemas de la vida. La vida incluye fenómenos que no son totalmente materiales. La aritmética dice que si un hombre puede trasquilar una oveja en diez minutos, entonces diez hombres podrían trasquilarla en un minuto. Es una verdad matemática, pero es falaz, porque los diez hombres no podrían hacerlo así; se tropezarían los unos a los otros de tal manera que el trabajo demoraría mucho más tiempo.