Decidirse a cambiar
Cuentan que el viejo sufí Bayacid decía a sus discípulos:
"Cuando yo era joven, era revolucionario, y mi oración consistía
en decirle a Dios: "Dame fuerzas para cambiar el mundo."
Pero más tarde, a medida que me fui haciendo adulto,
me di cuenta de que no había cambiado ni una sola alma.
Entonces mi oración empezó a ser:
"Señor, dame la gracia de transformar a los que estén
en contacto conmigo, aunque sólo sea a mi familia".
Y ahora, que soy viejo, empieza a entender lo estúpido
que he sido. Y mi única oración es ésta:
"Señor, dame la gracia de cambiarme a mí mismo"
Y pienso que si yo hubiera orado así desde el principio,
no habría malgastado mi vida".
Cambiamos a los otros en la medida que vamos
cambiando nosotros mismos. Cuando uno se decide
a cambiar, se da cuenta de las resistencias que hay
tanto interiores como exteriores.
¿Qué es lo que nos impide cambiar?
Podemos enumerar tres causas:
Nuestras creencias, nosotros mismos y los demás.
Nuestras creencias.
Estamos todavía anclados en nuestro ayer.
Ciertas frases nos indican que es imposible
hacer lo que pretendemos porque:
En mi familia nunca se ha hecho así;
porque supone mucho trabajo;
llevará demasiado tiempo;
no está bien que se haga eso…
Las ideas que tenemos sobre nosotros mismos
tampoco nos ayudan mucho porque:
Soy muy débil; muy joven; muy pobre;
no tengo los medios suficientes…
Los otros también son un impedimento
para nuestra decisión, porque:
No me lo permitirán mis padres;
el médico me lo ha prohibido;
no quiero ofender a nadie;
ellos tienen que cambiar primero…
Cuando se ha decidido cambiar, ya se ha
empezado un largo proceso que necesitará
mucha paciencia, mucho amor y mucho tiempo.
Quien ha tomado conciencia de este caminar,
estará ayudando a los demás a cambiar,
sin que se den cuenta.
Nada ayuda tanto a esta labor como no poner
asunto a los profetas de desventuras.
Algunas personas no ven más que ruinas
y calamidades en la sociedad actual.
"Nos parece necesario expresar nuestro completo
desacuerdo con tales profetas de desgracias
que anuncian incesantemente catástrofes,
como si el fin del mundo estuviera
a la vuelta de la esquina".