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General: H. P. BLAVATSKY Y LA
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De: moriajoan  (Mensaje original) Enviado: 16/09/2014 18:48
Max Heindel
H. P. BLAVATSKY Y LA
DOCTRINA SECRETA

Introducción por Manly P. Hall

Habría una gran pérdida para los estudiantes del misticismo y la metafísica si este
pequeño ensayo acerca de H. P. Blavatsky y “La Doctrina Secreta” no hubiera tenido la
oportunidad de ser impreso.
Max Heindel, el místico Cristiano, hace homenaje a Madame Blavatsky, la ocultista
Oriental. Él mira sobre las pequeñas diferencias que dividen el Oeste y el Este y los
reconcilia en la gran sabiduría que ha fluido desde Asia, fertilizando las llanuras del mundo
del pensamiento. Grande es la mente que se regocija en la grandeza de otras mentes. El
tributo de Max Heindel a la memoria y trabajo de Blavatsky y sus Maestros es un gesto de
extrema belleza en un mundo egoísta a ese tipo de impulsos nobles.
Vivimos un código de crítica y condenación con muy poca apreciación de los
trabajos de otros. Las sectas y creencias construyen paredes a su alrededor, y solo las almas
heroicas en quienes las percepciones espirituales están verdaderamente despiertas pueden
escalar sobre estas limitaciones imaginarias.
Rememora los libros que has leído y recuerda cuán sabio es que un escritor hable
bien de un colega. Cada hombre, atrapado en sus propias opiniones, da escasa relevancia a
las opiniones de los demás. Hay muchos maestros en este mundo que instruyen con
palabras pero solo unos pocos instruyen con el ejemplo noble de la hazaña de la
generosidad.
En el libro de texto de la metafísica Cristiana, “El Concepto Rosacruz del Cosmos”,
Max Heindel se refiere a Madame Blavatsky como “una estudiante fiel de los Maestros
Orientales” y en el mismo párrafo él habla de su gran libro “La Doctrina Secreta” como un
“excepcional trabajo”. Con su profunda apreciación de los valores espirituales Max Heindel
fue eminentemente calificado para reconocer el mérito del trabajo fundamental de Madame
Blavatsky.
El misticismo Cristiano está aquí revelado como un sincero estudiante del ocultismo
Oriental. Su resumen de La Doctrina Secreta en la segunda parte de este libro revela un
entendimiento extraordinario de los principios sobresalientes del monumento de las
tradiciones espirituales de Asia. En un resumen conciso y palabras simples el señor
Heindel recapitula Cosmogénesis, la creación del mundo, y Antropogénesis, la creación del
hombre. Tanto los Rosacruces y Teosofistas, que son de hecho estudiantes sinceros de las
ciencias ocultas, se verán beneficiados al estudiar este resumen.
El manuscrito de este libro puede considerarse como el primer esfuerzo literario de
Max Heindel. Es el comienzo de una literatura metafísica considerable dedicada a la
aplicación de un idealismo místico en los problemas que ha diario vive y afligen a la raza
humana. Ha sido escrito que “el primero será el último”. Este pequeño libro trae a
impresión el único manuscrito no publicado de Max Heindel. El manuscrito original
consistía de las notas de dos lecturas liberadas ante de la Sociedad Teosófica en Los
Ángeles. En los años que siguieron a la preparación de estas lecturas, Max Heindel
incrementó grandemente su conocimiento místico y fue reconocido como el primer
Cristiano Místico de América. Sin embargo, su reverencia y respeto por Madame Blavatsky
no fue alterado, y hasta el día de su muerte siempre se refirió a ella en términos de
admiración suprema. Fue a través de las escrituras de Blavatsky que Max Heindel recibió
en su vida sus primeros conocimientos de las ciencias ocultas. Reconoció que la primera
ley del ocultismo es la gratitud, y su alma pura preservó hasta el final un hermoso espíritu
de gratitud por la inspiración y la instrucción que obtuvo de La Doctrina Secreta.
Ambos, Madame Blavatsky y el señor Heindel, dedicaron sus vidas al servicio de la
humanidad. Cada cual fue devoto a la diseminación del conocimiento espiritual. Ambos
recibieron a cambio mayormente ingratitud, persecución y mal entendimiento. Ambos
sufrieron de la hipocresía de los amigos y aprendieron cuán cruel el mundo puede ser para
aquellos que buscan educar y mejorar. Solo el líder de un movimiento espiritual puede
saber cuán pesada es la responsabilidad de liderazgo. Madame Blavatsky había pasado ya al
mundo espiritual antes que Max Heindel comenzara su ministerio. Ellos nunca se
encontraron sobre el plano físico. Aunque negó conocerse personalmente con la gran
ocultista Oriental, Max Heindel llegó a entender a Blavatsky a través de años de servicio a
los mismos elevados ideales. Él llegó a entenderla solo como un místico puede llegar a
hacerlo, y su apreciación de su lealtad y su paciencia fueron profundizadas por las
adversidades que él mismo padeció.
Ambos, H. P. Blavatsky y Max Heindel dedicaron su vida a un servicio hermoso a
las necesidades espirituales de la raza. Ambos fueron alcanzados, tuvieron el momento de
su transición en edad temprana, quebrantados por las responsabilidades y las persecuciones.
Ambos han dejado un legado a las generaciones por venir de una literatura metafísica que
sobrevivirá las vicisitudes del tiempo.
El verdadero propósito del misticismo, es perpetuar, interpretar y aplicar el
idealismo de la raza. Los hombres van tras la religión por necesidad de tener una guía,
inspiración y consuelo en sus vidas. Queremos que la religión permanezca tras nosotros
cuando tratamos de vivir honestamente nuestras vidas. Queremos saber que existe en algún
lugar del mundo un cuerpo de gente unida que sostienen los valores espirituales en un
mundo de manifestaciones materialistas desquebrajadas. Nosotros buscamos inspiración.
Queremos ideales. Queremos un propósito respetable para unirnos en acción. Nosotros
deseamos establecer en este valle de lágrimas una estructura espiritual que se elevará sobre
la monotonía. Queremos salir a la vida reconociendo nuestras instituciones como oasis en el
desierto del materialismo.
La civilización está sufriendo un dolor convulsivo al encontrarse en un período de
gran reconstrucción. Como nunca antes en los registros de la historia, el hombre está
buscando soluciones a problemas inminentes y eminentes. Las similitudes entre la Iglesia y
el Estado están quedando fuera de alcance para sostenerse de algo que es seguro, algo a qué
adherirse cuando el mundo que ellos han conocido pase al olvido. En todas las partes del
mundo civilizado hay hombres y mujeres devotos a las interpretaciones místicas de la vida.
Estos hombres y mujeres están dedicados a un código de ética espiritual que tiene como
fundamento dos grandes principios: La Paternidad de Dios, y la Hermandad del Hombre.
Estos estudiantes están en la mayoría de las partes organizados en varios grupos grandes y
pequeños por la expresión del propósito del perfeccionamiento propio y el mejoramiento
social. Estos grupos pueden ser clasificados en dos categorías: Primero, aquellos cuya
inspiración es fundamentalmente Cristiana y aquellos esencialmente Orientales. Mientras
estos grupos son divididos, por énfasis, los propósitos fundamentales que buscan alcanzar
son idénticos. Todos los movimientos religiosos iluminados tienen como su principal meta
y propósito la regeneración del hombre, de manera individual y colectiva.
Max Heindel fue pionero en el Misticismo Cristiano y Madame Blavatsky fue
pionera en el Ocultismo Oriental. Ambos establecieron sistemas de pensamiento que se
esparcieron rápidamente a través de las almas hambrientas de la humanidad. No solo
salieron de organizaciones por iniciativa propia, pero las semillas que habían plantado en el
corazón de los hombres habían germinado y dio fruto en muchas partes del mundo, donde
otras organizaciones se habían establecido sobre líneas similares. Por lo tanto, hay una
considerable cantidad de místicos y ocultistas en América y su número es incrementado
cada día por diligentes hombres y mujeres cuyos corazones y mentes están exigiendo a
gritos una explicación razonable para los cambios que están sucediendo en la sociedad.
Casi todos los estudiantes ocultistas de América conocen el trabajo que Madame
Blavatsky y Max Heindel han completado. La vida de estos dos religiosos fundadores es un
constante cambio a un mayor esfuerzo espiritual y más devoción altruista. Si admiramos a
estos grandes líderes, desearemos promover su trabajo por la perpetuación inteligente a
través de la palabra y la acción.
Durante el período de la Segunda Guerra Mundial la metafísica perdió una gran
oportunidad de hacer una contribución permanente a la raza al permitirle que se
desquebrajara a sí misma en disputas y controversias internas. Las organizaciones que
debieron estar dedicadas al servicio altruista de la humanidad, desperdiciaron su energía en
vanos argumentos sobre asuntos personales de poca importancia, si es que alguna
importancia tenían.
Nuestra crisis presente es mucho mayor que la de la Segunda Guerra Mundial. La
totalidad de la civilización actual está luchando contra el egoísmo y la corrupción. Una
nueva y gran oportunidad está en nuestras manos para la aplicación de soluciones
espirituales a los problemas materiales. Es la obligación moral de todo individuo
espiritualmente iluminado, olvidar todas las diferencias, sacrificar todas las ambiciones
personales, y comprometerse nuevamente a dedicar todos sus esfuerzos a los grandes
ideales que vieron la luz gracias a varias sociedades y órdenes.
Durante el gran período del “boom”, inmediatamente precedido por la presente
crisis económica, las sociedades místicas fueron infectadas por el bacilo de la abundancia,
ambición personal y explotación. Las personalidades eclipsaron principios, y los individuos
y las organizaciones se alejaron de esas simples verdades que son la esencia de la vida
inteligente. Entonces vino el colapso. Los valores materiales cayeron cual plomada en una
insondable profundidad. Las ambiciones fueron arrastradas por los vientos y la raza fue
confrontada con problemas que solo podían ser resueltos a través de la restitución de los
valores espirituales y un nuevo compromiso por parte del hombre y las organizaciones a los
principios de verdad e iluminación espiritual.
Supón que justo hoy H. P. Blavatsky, la leona de la Sociedad Teosófica, tuviera que
regresar del Amenti de la sabiduría, y debiera demandar cuentas de los miembros de la
sociedad que ella fundó. Quién podría permanecer en pie frente a ella y decirle: “Mi amada
Maestra, hemos hecho lo mejor que ha estado a nuestro alcance, hemos permanecido fieles
a ti y a los Maestros de los que hablaste”. Cuántos podrían decir: “Hemos sido honestos,
amables, justos e imparciales; hemos cortado con hacha la verdad que nos diste; hemos
diseminado tu mensaje; hemos leído tus libros; la mayoría de nosotros permanece
absolutamente libres, como tú declaraste, de todas las alianzas y enredos desastrosos”.
Cuántos podrían decir: “Aquí está tu Sociedad, tan limpia y pura como cuando tú nos la
diste”. ¿Podrían los Teosofistas hacer esto o quedarían avergonzados e incapaces de mirar a
los ojos, cargados de una gran tristeza, a la primera y más grande Teosofista?. ¿Podría
Madame Blavatsky caminar por los corredores de Adyar y mirar a aquellos que la
representan en el siglo veinte y decirles, “bien hecho, fieles servidores”?. Si ella no pudiera
decir esto, ¿por qué no podría?. ¿Será acaso porque ellos han recordado el nombre de ella,
pero han olvidado su trabajo?. ¿Será acaso por la debilidad de hombres y mujeres
insignificantes que han olvidado el mayor de todos los bienes elevándose a sí mismos sobre
los ideales que han derrumbado?. Los Teosofistas del mundo, comprométanse nuevamente
a sí mismos, con el noble espíritu que estuvo entre ustedes, cuya labor es vuestro bienestar,
cuyos ideales son vuestros propósitos, y su sacrificio altruista es la piedra angular de
vuestra organización.
Supongamos, en el mismo espíritu, que Max Heindel regresara a los campos de sus
labores terrenales, y en su simple gabardina caminara entre sus seguidores, preguntándoles:
“Hermanos y hermanas, ¿se han amado los unos a los otros?. Yo planté un jardín de rosas
de virtudes; ¿lo han atendido cuidadosamente?. Mi nombre está en sus labios, ¿pero está mi
trabajo en sus corazones?. ¿Han sido sinceros los unos con los otros?. ¿Han realizado sus
labores de manera impersonal y altruista?. ¿Han amado con tan grande amor a nuestro
Padre Celestial que han amado a todos los hombres también?”. ¿Cómo le contestarían Los
Rosacruces?. Podrían decir, “Amado Hermano, nuestra constante inspiración, hemos
cumplido nuestra promesa realizando tus trabajos con humildad y gentileza. No ha habido
orgullo entre nosotros, ni egoísmo o trabajo personal, ni pequeñas ambiciones a un gran
costo. Aquí está la Fraternidad que nos diste en custodia. Podemos regresarla tan hermosa,
tan limpia, tan unida en un propósito santo como tú intentaste que fuera. No hay cosas
pequeñas como tomar en cuenta los títulos aquí; no estamos unidos en cosas
insignificantes, sino en grandes cosas. En los quince años desde que tú pasaste a una vida
grandiosa hemos buscado de hacer tu trabajo. Somos como intentaste que fuéramos –
hombres y mujeres en quienes no se encuentra la mala fe.
¿Podrían estas palabras ser ciertas?. Si no, ¿por qué no serían ciertas?. ¿Es el
hombre demasiado débil para llevar a cabo un buen trabajo?. ¿Son sus pequeñeces muy
grandes y sus grandezas muy pequeñas?.
Si tuviéramos que sentirnos avergonzados si nuestros líderes tuvieran que regresar a
nosotros otra vez y supiéramos que les hemos fallado, nos comprometeríamos de nuevo a
nosotros mismos con ellos. Permitamos que el espíritu de H. P. Blavatsky renazca en el
corazón de cada Teosofista y el espíritu de Max Heindel viva otra vez en el corazón de cada
Rosacruz. Cuando este tiempo llegue, y llegará, los místicos y los ocultistas del mundo
puedan unir sus manos a través del golfo de sus diferencias y, unificarse en propósito, ser
una armada de reconstrucción espiritual marchando como los profetas de antaño en la
vanguardia del progreso.

Manly P. Hall, mayo 1933

Pequeña Biografía de Max Heindel

Max Heindel, conocido como el gran místico occidental del siglo veinte, nació en
Julio 23 de 1865, de la familia real de Von Grasshoffs, quien estaba conectada con la Corte
Germana durante la vida del Príncipe Bismark. El padre de Max Heindel fue Francois L.
von Grasshoff. Emigró, cuando era un hombre joven, a Copenhagen, Dinamarca, donde se
casó con una mujer danesa de la nobleza. Tres niños nacieron de su unión, dos niños y una
niña. El mayor de sus hijos fue Carl Louis Von Grasshoff, quien posteriormente adoptó el
pseudónimo de Max Heindel. El padre murió cuando el hijo mayor tenía seis años de edad,
dejando a la madre con sus tres niños pequeños en circunstancias críticas.
El orgullo de la madre de familia y el nombre la forzaron, con su familia de tres
niños, a vivir en pobreza para que el pequeño ingreso fuera suficiente. La auto negación fue
llevada al extremo en orden que sus hijos y su hija pudieran tener tutores para que pudieran
tener su lugar en la sociedad como los hijos e hijas de la nobleza.
Esta vida no fue del agrado del hijo mayor quien dejo el hogar a la edad de dieciséis
años hiriendo el orgullo de su madre, entrando a trabajar en un astillero en Glasgow,
Escocia, donde aprendió la profesión de la ingeniería. Fue elegido como Jefe de Ingenieros
de un vapor comerciante siendo muy joven todavía. Este lo llevó hasta el Oriente, y sus
viajes alrededor del mundo en su capacidad de ingeniero dieron a Max Heindel un gran
conocimiento del mundo y su gente. Durante años él fue Jefe de Ingenieros en uno de los
vapores más grandes de pasajeros de la línea Cunard, viajando entre América y Europa.
Entre los años 1895 y 1901, fue un ingeniero consultor en la cuidad de Nueva York.
Su primer matrimonio estuvo lleno de decepción y arrepentimiento, finalizando con la
muerte de su esposa en 1905.
Max Heindel llegó a Los Angeles, California, en 1903, donde trabajó como
ingeniero por un tiempo, pero la enfermedad lo atrapó. El hambre y la privación eran su
compañía del diario, sin embargo nunca estuvo ocioso. Con un espíritu intrépido y una
determinación para superarse a lo largo de las líneas mentales más avanzadas, él se interesó
en el estudio de la metafísica y se unió a la Sociedad Teosófica de Los Ángeles, de la cual
fue vicepresidente en 1904 y 1905. Su corazón estaba siempre anhelante por el
conocimiento de los misterios profundos de la vida. Sus primeros años estuvieron llenos de
arrepentimiento y despertó su mente a la búsqueda de la explicación de la vida y del ser y
creó en él un deseo de entender el dolor, privaciones y sufrimientos de la humanidad. El
pensamiento que estaba siempre en su mente era encontrar algunos medios con los cuales
ayudar a aligerar la carga de sus hermanos y hermanas en el mundo. Esta luz comenzó a
mostrarse cuando encontró las enseñanzas que habían sido dadas por Madame Blavatsky de
la Sociedad Teosófica. Mientras estuvo conectado con esta sociedad conoció a la mujer
quien fue años después su inspiración espiritual. Ella fue quien lo ayudó a encontrar
trabajo. Augusta Foss quien estaba interesada en líneas similares de búsqueda y ella fue el
instrumento quien interesó a Max Heindel en la ciencia de la astrología. En esta ciencia él
encontró un campo con muchas posibilidades como una ciencia verdadera del alma. Esta le
dio la llave con la que pudo quitar el candado de los misterios de la naturaleza interna del
hombre. Al aprender a conocer y entender las debilidades del carácter entonces él podía
guiarlos y ayudarles a encontrar su propio lugar en el mundo.
La privación y el trabajo en exceso le ocasionaron un problema severo en el corazón
en 1905, y por meses él estuvo cerca de la muerte, pero al recuperarse él tenía una
percepción más intensa de las necesidades de la humanidad. Él se dio cuenta que la
humanidad no sufría tanto por la necesidad de comida física sino por el hambre espiritual
que les guiaba a hacer cosas que traerían sufrimiento sobre ellos.
Él inició un tour de lectura que eventualmente lo guió hacia Alemania. En el otoño
de 1907, había ido a Alemania con la esperanza de contactar a los Hermanos Mayores de la
Orden Rosacruz, no teniendo el éxito que esperaba, según le pareció a él, y con gran
decepción se preparaba para regresar a América; pero un día le apareció un visitante de
quien luego aprendió era un Hermano Mayor de la Orden Rosacruz, (y quien se convirtió
en su Maestro). Este Ser estaba vestido en su cuerpo vital, y le ofreció impartirle las
enseñanzas por las cuales él había gastado tiempo y dinero tratando de encontrarlas en
Alemania; pero estas enseñanzas podrían solo ser dadas ante él. Max Heindel, debería hace
una promesa solemne de nunca divulgarlas, (debían permanecer en secreto). Habiendo
pasado a través de un período infeliz de hambre del alma, él estaba más que deseoso de
compartir sus conocimientos con otros, quienes como él mismo estaban buscando. Él se
negó a aceptar cualquier cosa que no pudiera ser dada a conocer al mundo. El Maestro le
dejó.
Después, el Maestro apareció en su cuarto otra vez y le dijo que él, Max Heindel,
había pasado su prueba. Él Maestro le manifestó, que si él hubiera aceptado el
ofrecimiento, es decir, mantener las enseñanzas en secreto, él, el Hermano Mayor, no
habría regresado. Le dijo que el candidato que ellos habían elegido primero, que había
permanecido bajo instrucción por muchos años, había fallado al presentar la prueba en
1905; también que Max Heindel había estado bajo observación de los Hermanos Mayores
por un número de años como el candidato más conveniente, por si el primer candidato
fallaba. Además le dijeron que las enseñanzas deberían ser dadas a conocer al público antes
de que terminara la primera década del siglo, que sería a finales de diciembre de 1909.
En esta última entrevista con el Maestro, él recibió instrucción acerca de cómo
ponerse en contacto con el Templo de la Rosa Cruz. En este Templo Max Heindel pasó un
poco más de un mes en comunicación directa con y bajo las instrucciones personales de los
Hermanos Mayores, quienes le impartían la mayor parte de las enseñanzas contenidas en
“El Concepto Rosacruz del Cosmos”. El primer bosquejo de este libro, que había sido
hecho mientras él estaba en el Templo, el Maestro le dijo que no era más que un esbozo.
Lo pesado de la atmósfera física de Alemania, era particularmente adaptada para la
comunicación de los pensamientos místicos de la conciencia de los candidatos, pero a él le
habían dicho que las trescientas cincuenta páginas de su manuscrito que había hecho no le
satisfacerían cuando él estuviera en la eléctrica atmósfera de América y que entonces
desearía rescribir el libro entero. En su gran entusiasmo él al comienzo lo dudó. Él creyó
que había recibido un mensaje maravilloso completo. Pero las predicciones de los
Hermanos Mayores se hicieron realidad. Después que el Sr. Heindel había pasado unas
pocas semanas en la ciudad de Nueva York, lo que los Hermanos Mayores le habían dicho
se convirtió en realidad. El estilo en que el manuscrito había sido escrito no le convenció, y
se dio a la tarea de hacerlo de nuevo.
Regreso a América en la primavera de 1909 donde él enseguida comenzó a formular
el mensaje Rosacruz que había recibido de parte de los Hermanos Mayores. Este fue dado
al mundo en la forma de un libro titulado “El Concepto Rosacruz del Cosmos”, que es una
obra maestra de la literatura mística. Contiene uno de los más comprensivos y completos
escritos, redactado de manera sencilla, sobre la historia de la evolución de la tierra y el
hombre que se hayan escrito en siglos. Un ministro de una de las iglesias en la parte
noroeste de América hizo el comentario que él tenía dos libros en su mesa de la biblioteca
de donde sacaba sus pensamientos para sus sermones; uno era la Biblia y el otro era “El
Concepto Rosacruz del Cosmos” de Max Heindel que le permitió ver a través de los
misterios de la Biblia para él. Este libro está ahora traducido en ocho diferentes idiomas.
En noviembre de 1909, después de un tour de lectura exitoso, Max Heindel regresó
a Los Angeles donde se reunió con mucho éxito en grupos de lectura y enseñanza.
En agosto de 1910, se unió en matrimonio con Augusta Foss, la mujer que había
sido el instrumento de ayuda para él para encontrar la verdad. Con esta ayuda e inspiración
el campo de su trabajo se incrementó grandemente de tal manera que pronto se hizo
necesario que un cuartel general fuera establecido para el propósito de diseminar la
Filosofía Rosacruz. Durante los primeros ocho meses estos dos pioneros vivieron en una
pequeña casa de madera de una sola planta en Ocean Park, California, con muy poco dinero
pero con el espíritu determinado de comenzar cursos por correspondencia de la filosofía
Rosacruz. Después se cambiaron a radicar permanentemente a Oceanside, California.
En esos diez años que Max Heindel vivió, al comenzar este gran trabajo para los
Hermanos de la Rosa Cruz, él dio tantos libros al mundo como es de ordinario en la vida de
un autor de tiempo completo. Los siguientes libros, que este maravilloso hombre dejó como
legado para el mundo son:

El Concepto Rosacruz del Cosmos.
Temas Rosacruces.
El velo del Destino.
Enseñanzas de un Iniciado.
Masonería y Catolicismo.
Cartas a los Estudiantes.
La Filosofía Rosacruz en Preguntas y Respuestas.
Recolecciones de un Místico.
Misterios de la Grandes Óperas.
Los Principios Rosacruces de la Educación Infantil.
Cómo conoceremos a Cristo a su regreso.
La Mística Interpretación de Navidad.
Astrología Científica Simplificada.
El Mensaje de las Estrellas.




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Respuesta  Mensaje 2 de 2 en el tema 
De: moriajoan Enviado: 16/09/2014 18:48
Max Heindel sufrió constantemente a causa de heridas recibidas mientras era un
muchacho. Un número de operaciones sin éxito, que habían removido algunas de las venas
y arterias de su pierna izquierda, interfirieron de manera importante con la circulación en su
cuerpo, desarrollando con el tiempo un problema vascular en su corazón. Sin embargo, él
fue bendecido con una gran energía indomable, y nunca permitía que su condición física
interfiriera con su trabajo por la humanidad. Él tenía un mensaje que dar al alma enferma
del mundo y nada debería interferir. Muchas de sus lecciones, letras y libros fueron escritos
mientras estaba en cama, después de pasar noches de sufrimiento. Pero el mundo no lo
sabía, por la fiel esposa que lo protegía y estaba siempre lista a asistirlo y animarlo. Estas
dos almas enfrentaron muchos días oscuros juntos, pero con felicidad en el amor que se
tenían uno a otro, sabiendo que ellos eran los instrumentos por los cuales un gran mensaje
iba a ser dado al mundo.
En la primavera de 1910 después de un curso de lecturas y lecciones llevadas a cabo
en la ciudad de Los Ángeles, Max Heindel cayó enfermo seriamente del corazón. En el
hospital, y después de consultarlo varios doctores, quienes, bajo la impresión de que estaba
inconsciente, discutían el caso al lado de su cama, escuchándolos decir que por su estado no
podría vivir una noche más, ya que su caso no tenía esperanza. Después que los doctores se
fueron, Max Heindel, con la asistencia de su Maestro, trabajaron en su cuerpo con el
resultado que en tres horas después de que los doctores habían pronunciado su pronóstico él
le pidió a un amigo, a quien llamó, que lo llevara a tomar aire en una silla de ruedas; y en
una semana después de su experiencia Max Heindel estaba dictando su segundo libro, “La
Filosofía Rosacruz en preguntas y respuestas” a un estenógrafo.
Después que este libro fue terminado, Max Heindel comenzó de nuevo un tour de
lectura en los estados de Washington y Oregon, pero fue incapaz de soportar la tensión de
la reunión del público, así que regresó al sur de California y nuevamente cayó enfermo
como resultado de exceso de trabajo. Una vez que se recuperó tuvo muchos deseos de
escribir su tercer libro, “Los Misterios Rosacruces”. Es extraño de decir que Max Heindel
realizó su mejor trabajo inmediatamente después de cada vez que caía enfermo de
gravedad, era entonces cuando parecía estar más cerca de su Maestro y en relación
armoniosa con los mundos espirituales.
Con muy poco dinero y un cuerpo en sufrimiento, Max Heindel y su compañera
valiente y leal comenzaron su trabajo pionero en Oceanside, California, de donde las
Enseñanzas Rosacruces fueron distribuidas y esparcidas sobre el mundo entero. Los
diversos libros fueron traducidos e impresos en idiomas extranjeros; lecciones fueron
enviadas por correspondencia y formaron grupos en muchas ciudades grandes. Como una
cadena sin fin, las Enseñanzas se esparcieron, pero el trabajo en el plano físico de este gran
mensajero estaba por terminar. Su compañera había sido bien entrenada para llevar el
trabajo en el plano físico porque un trabajo mayor le esperaba en los planos altos. Él estaba
bien enterado que sus días eran pocos, y él preparó su trabajo para que cuando su llamado
viniera la señora Heindel pudiera continuar sin él. Los últimos días de su vida estuvieron
llenos de paz, incluso de felicidad, estando la señora Heindel con él en su oficina. Después
del desayuno en enero 6 de 1919, ella fue llamada a su oficina para terminar algo de trabajo
dirigiendo a las secretarias. Alrededor de las 4 pm, Max Heindel, quien había hecho un
borrador de una carta para la encargada de la oficina local de correos, trajo la carta a la
oficina de la señora Heindel para su aprobación, porque él nunca hacía cambios o
comenzaba un nuevo proyecto a menos que lo consultara con su pareja en quien confiaba.
Mientras la señora Heindel estaba leyendo su carta, Max Heindel, quien había estado de pie
a su lado, cayó lentamente a la carpeta; no cayó pesadamente como es usual, como si unas
manos amorosas lo hubieran estado sosteniendo y lo hubieran depositado abajo
gentilmente. Sus últimas palabras mientras miró hacia arriba a la cara de la señora Heindel
fueron, “Estoy bien querida”, y pasó a la inconciencia. Con estas amorosas palabras es sus
labios pasó al Gran más allá, donde él a través de su devoción a Dios y a la humanidad
había preparado un gran trabajo con el grupo de “Ayudadores Invisibles”, a través de los
cuales el trabajo de curación es llevado a cabo. ¿Ha finalizado el trabajo de Max Heindel?.
No verdaderamente, el trabajo especial en que la Orden Rosacruz está interesada, es que los
Ayudadores Invisibles, a través de los cuales se hace un gran trabajo de curación, sea
realizado. A Max Heindel le aseguró su Maestro que él era el instrumento a través del cual
un gran movimiento sería inaugurado, un movimiento que tendría una misión especial:
hacer de la religión cristiana un factor de vida en la tierra.
El esfuerzo de estos dos grandes mensajeros Madame Blavatsky y Max Heindel,
fueron muy similares. Ambos espíritus fueron encerrados en cuerpos con sufrimientos, y
ambos estaban en necesidad de ayuda financiera la cual fue negada a ambos, ambos fueron
despreciados y olvidados por sus amigos hasta que la muerte los tomó, entonces el mundo
comenzó a darse cuenta de su grandeza.
Max Heindel fue un gran admirador de Madame Blavatsky, él vio en ella sus
propias luchas futuras, él después de haber sido contactado por los Hermanos de la Rosa
Cruz, con el espíritu en llamas con el deseo de dar al mundo el gran conocimiento que le
había sido revelado, sabiendo que sus años estaban contados y que su cuerpo físico no
podría soportar el esfuerzo de la vida del pionero. Como Madame Blavatsky, el tenía
constante dolor y tenía necesidad de grande ayuda, tanto física como financiera. El esfuerzo
y el infortunio que estas dos almas sufrieron eran responsables en gran manera de acortar
sus días en el cuerpo físico. Pero el gran trabajo que ellos habían realizado, fue una
bendición para la humanidad.
“Grandes verdades son porciones del alma del hombre;
Grandes almas son porciones de la eternidad”.
Lowell.
La doctrina secreta es una de los libros más sobresalientes en el mundo. Me doy
cuenta cuán superiores a mis débiles poderes es la tarea de llevar a cabo una adecuada idea
de las enseñanzas contenidas en sus cubiertas. Contiene una historia, sin embargo, una
historia peculiarmente interesante para el estudiante quien de su tienda busca desgranar la
sabiduría en la cual, como el apóstol dijo, es como alimento adecuado solo para el fuerte.
Cómo llegó esto a ser escrito, y bajo qué circunstancias fue escrito, es el tema de este libro.
Debo esforzarme por utilizar un lenguaje simple y comprensible tanto como sea posible,
realizando un esquema del plan sobre el cual el trabajo fue construido y las enseñanzas que
revela. La naturaleza de la tarea es tal que estoy forzado a citar libremente la literatura
Teosófica, especialmente “Hojas de un antiguo diario” del Coronel Olcott,
“Reminiscencias” de la Condesa Wachmeister, “La Doctrina Secreta” en sí misma, y otros
trabajos.
Primeramente es necesario para nosotros hacer notar que Madame Blavatsky, o
como a ella le gustaba ser llamada, H.P.B., fue, como ella misma lo expresaba a menudo,
solo la compiladora del trabajo. Detrás de ella estaban los verdaderos Maestros, los
Guardianes de la Sabiduría Secreta de las eras, quienes le enseñaron todo el gran cúmulo de
conocimiento oculto que ella transmitió en sus escritos. Ella tenía una habilidad tripartita
que eminentemente la calificó para el trabajo. Primero, ella era capaz de asimilar el
conocimiento trascendental que venía a ella. Segundo, ella era un mensajero que se merecía
el respeto. Tercero, ella tenía una aptitud maravillosa para traducir pensamientos
metafísicos del Este abstractos en una forma inteligible para las mentes del Oeste, y para
verificar y comparar la Sabiduría del Este con la ciencia del Oeste. Ella también merecía el
gran crédito por su alto coraje moral para presentar al mundo pensamientos y teorías
completos en diferencia con la ciencia materialista. Muchas de estas enseñanzas han sido
verificadas por la ciencia desde entonces.


 
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