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De: moriajoan  (Mensaje original) Enviado: 23/03/2015 20:09


 















La Biblia, el Maravilloso Libro de las Épocas

 Corinne Heline

Título del original en inglés:

THE BIBLE, WONDER BOOK OF THE AGES.

Traducción por:

José Mejía R.
Quito, Ecuador, 2008





PARTE I:
PUNTOS IMPORTANTES INICIÁTICOS
EN EL ANTIGUO TESTAMENTO

Prefacio 
La Biblia es el prodigioso libro de las épocas. Sus páginas
encierran un mensaje para toda alma anhelante, sin importar en qué
parte del camino de la realizacióLa n se halle. Hay esperanza, consuelo e
inspiración para las mentes más estrechas y tradicionales, a la vez
que hay palabras portentosas y de luz para el intelecto más liberal e
inquisitivo. En ella encuentra consuelo y enseñanzas el más simple y
la doctrina cósmica más exaltada el más elevado iniciado que este
planeta sea capaz de originar.
Es un error decir que la Biblia no es nada más que un libro
antiguo perteneciente a un pasado de hace dos mil años. La Biblia es
un libro de misterios, un sapiente libro de enorme poder, un código
continuo vigente creado por grandes iniciados y sus discípulos a
través de miles de años de esfuerzos. Pertenece por igual al pasado,
al presente y al futuro.
Sus secretos se han colocado tan cuidadosamente en el texto
bíblico, espiral dentro de espiral, de tal manera que cuanto más
espiritual se hace el hombre, más profundos significados se le
revelan.
Como está escrito en el Zohar, “¡Desafortunado el hombre que
solamente ve en el Tora (la Ley) simples recitales de palabras
comunes!... Cada palabra del Tora contiene elevados significados y
misterios sublimes… El incauto solamente toma en cuenta las
vestiduras, y los versos de Tora… Pero el más instruido no toma en
cuenta el ropaje sino el cuerpo en el que está envuelto.”
La Biblia le acompañará al hombre a las mismas puertas de la
Nueva Era, en donde descubrirá que aquellas páginas revelan un
concepto enteramente nuevo de los misterios de la vida espiritual, ya
que este maravilloso libro es el verdadero Libro de la Vida sobre el
cual se basarán las ciencias del alma de la Nueva Era Acuariana.
Cuando se lee la historia de la Biblia a la luz de las
interpretaciones de la Nueva Era, donde se relaciona a todos los
personajes y acontecimientos con el ser humano en particular, para
que esas cualidades y atributos sean ya cultivados, ya erradicados,
ocurre que las Escrituras se convierten en PALABRA VIVA, aplicable
inmediatamente a los problemas personales actuales de la vida diaria.
Entonces los aspectos históricos retroceden a un segundo plano. La
Biblia deja de ser un texto de un pasado muerto y diferente y se
convierte en la guía de un presente vivo y palpitante.
La Biblia, el Maravilloso Libro de las Épocas Corinne Heline

CAPÍTULO I:
ABRAHAM, EL MODELO CÓSMICO PARA EL
HOMBRE DE LA QUINTA RAZA RAÍZ.
Abraham, cuyo nombre significa “padre de las multitudes”, fue el
primero de los maestros iniciados enviados a la nueva Quinta Raza
Raíz que pobló la Tierra luego de la destrucción en el Diluvio del
Continente Atlántico. Partió de Ur, la ciudad de la “luz” y se estableció
en Harán “un lugar alto”. Sara y Lot viajaron con él. Sara significa
“princesa” y representa el principio femenino o de amor y Lot,
identificado principalmente con Sodoma, significa la naturaleza inferior.
Abraham peregrina así hacia la nueva tierra acompañado tanto por
los elementos superiores como por los inferiores en su naturaleza
interior.
Abraham, cual adalid, representa astrológicamente a Saturno,
quien preside en el principio de la manifestación y cuyas fuerzas
moldean la forma de la sustancia que emerge del Caos.
Al espiritualmente bien ilustrado siempre se le ha asegurado que
cada lugar mencionado en la Biblia es aquí y ahora, y que cada
persona mencionada es usted, usted mismo. Así, por ejemplo, las
dos esposas de Abraham, Sara y Agar, tipifican respectivamente las
naturalezas superior e inferior del hombre, y los dos hijos que tuvieron,

representan los atributos y obras resultantes de las actividades de
estas dos naturalezas opuestas en el hombre. Agar y su hijo Ismael,
personifican el ser inferior y Sara y su hijo Isaac, caracterizan el
superior. El nombre Isaac significa alegría, la alegría que le viene al
más alto ego con la vida verdadera.
A Abraham se le conoció inicialmente como Abram y a su
esposa como Saray. Luego de la primera iniciación de Abraham, la
letra H se incluyó en sus nombres. La H, una letra femenina, cuando
se añadió a los nombre de Abram y de Sara, (1) indicaba que ellos
habían despertado en su interior el principio femenino o intuitivo. El
despertar de este principio da origen a Isaac, que en el presente
contexto significa la alegría de las experiencias anímicas al establecer
correspondencias rectas y armoniosas con la Súper - Alma.
Abraham personifica lo que podría llamarse el Arquetipo de la
Quinta Raza Raíz. Por tanto los principales eventos que ocurrieron en
su vida, como se relatan en la Biblia, deben ser imitados en su
significado esencial por todo individuo que pertenece a esta presente
Raza Raíz Ariana.
Tan elevado logro espiritual le permitió a Abraham comunicarse
cara a cara con el mismo Señor de los Cielos. Sin embargo, cuanto
más asciende el alma, más sutiles son las tentaciones y más severas
las pruebas y juicios que hay que encarar y superar. Tan así que
“muchos retrocedieron y no caminaron más con Cristo”. En su
progreso espiritual Abraham finalmente enfrentó una de las mayores
pruebas en el Camino Iniciático, la denominada Gran Renunciación.
De esta manera se lee en Génesis 22: 7-12:
“Dijo Isaac a su padre: Padre mío, y él respondió: ¿Qué quieres hijo?
Veo, dice, el fuego y la leña; pero ¿dónde está el cordero para el
holocausto? A lo que respondió Abraham: Hijo mío, el Señor sabrá
proveerse de cordero para el holocausto. Continuaron pues, juntos
su camino.
Y luego llegaron al lugar que el Señor le había mostrado, donde erigió
un altar y acomodó encima la leña. Y, habiendo atado a Isaac, su
hijo, púsole en el altar sobre el montón de leña; Y extendió la mano y
tomó el cuchillo para sacrificar a su hijo.
(1) Sarah en inglés. (N. del T.)

Cuando he aquí que, de repente, el ángel del Señor gritó desde el
cielo, diciendo: “Abraham, Abraham”. Aquí me tienes, respondió él.
‘No extiendas tu mano sobre el muchacho’, prosiguió el ángel, ‘ni le
hagas daño alguno: que ahora me doy por satisfecho de que temes a
Dios, pues no has perdonado a tu hijo único por amor de mí”.
Este pasaje revela el completo vencimiento de Abraham a su
propio yo. Tuvo la voluntad, el coraje y la fortaleza de llevar a cabo
con éxito la prueba. Al hacerlo abrió la puerta a un efluvio de poder y
de iluminación apenas soñado por aquellos que no han sido probados
y juzgados. Tenía una incontrovertible fe para obedecer las órdenes
del Señor (la ley) a cualquier costo. Ese es el camino de la persona
calificada para tomar parte en los grandes planes de Dios para el
hombre. La sentencia de Cristo que “aquel que encontró su vida, la
perderá; y aquel que perdió su vida por mi causa, la encontrará” es
una enseñanza del Templo perteneciente a todas las eras.
Nuevamente en Génesis 22:13 leemos:
“Alzó Abraham los ojos y vio detrás de sí un carnero enredado por las
astas en un zarzal, y habiéndole cogido, lo ofreció en Holocausto en
vez de su hijo.”
El carnero es el símbolo de Aries. Este signo fue denominado
por los ancianos “el cordero de la presentación”. En su aspecto
superior, las palabras claves para Aries son la pureza, el servicio y el
sacrificio. Este es un signo de resurrección. Piscis, el último signo del
Zodiaco, es el lugar del pesar, el jardín de las lágrimas, el Getsemaní
en el camino. Sus puertas se cierran, pero solo para abrirse al primer
signo zodiacal Aries, anunciando la llegada del recién nacido.
Finalmente Abraham había llegado a este estado en su desarrollo
iniciático.
Una de las supremas experiencias espirituales en la vida de
Abraham fue su encuentro con Melquisedec, que era uno de los más
grandes maestros Hierofantes del mundo, Era uno de los principales
Altos Sacerdotes de de la Atlántida y Maestro de aquellos individuos
remanentes que sobrevivieron a la destrucción de la Atlántida por el
Diluvio. Noé y su familia son los nombres genéricos de aquellos
sobrevivientes.

Melquisedec le confirió a Abraham las profundas enseñanzas
espirituales que más tarde se divulgaron en el mundo cristiano como
la misa de Cristo, que la cristiandad ortodoxa la denomina la Sagrada
Comunión.
Durante sus tres años de ministerio sobre la Tierra, nuestro
Señor Cristo dio a sus discípulos más avanzados una versión superior
de esta misma sublime enseñanza. Una más alta revelación de este
misterio sagrado llegará a ser fundamental en las enseñanzas y ritos
de la religión de la Nueva Era Acuariana.
“Pasadas, pues, estas cosas, habló el Señor a Abraham en una visión
diciendo: No temas Abraham, Yo soy tu protector, y tu galardón será
sobremanera grande. A lo que respondió Abraham: ¡Oh Señor Dios!,
¿Y qué es lo que me has de dar? Yo me voy sin hijos y el heredero de
mi casa será Eliécer el damasceno.” Génesis 15: 1,2.
Luego del encuentro entre Abraham y Melquisedec, el Señor se
le apareció en una visión. Entonces le preguntó al Señor:
“¿Y qué es lo que me has de dar? Yo me voy sin hijos y el heredero
de mi casa es este Eliécer de Damasco”.
La pregunta guarda la clave al entendimiento de uno de los
capítulos más ocultos de la Biblia. Para interpretarlo en suma: el
nombre Eliécer significa “la ayuda de Dios” y simboliza el despertar de
los poderes del Ser Divino interno. Eliécer es el piadoso y fiel
mayordomo de la casa de Abraham, lo que aquí representa el cuerpo.
Es de Damasco, una ciudad que en simbología bíblica constituye un
centro de iluminación y un lugar donde las flores están en lozanía
perpetua. Privado de descendencia hasta ese momento, Abraham le
pregunta al Señor qué debe hacer, puesto que siente que tiene a su
Dios interno como un espíritu de luz y que su alma está en heredad de
sus atributos y facultades personales.
Ésta experiencia producida en los planos internos confirma que
su encuentro con el Señor fue en una VISIÓN. Además la promesa
hecha a Abraham por el Señor de que el heredero que percibió
nacería desde sus propias “entrañas”, o su ser interior denota el
aspecto espiritual de dicha experiencia. Su descendencia espiritual iba
a ser tan numerosa como las mismas estrellas en el cielo. Abraham
creyó sin embargo, que la “mente mortal”, los sentidos físicos, la parte
incrédula del hombre, cedería el espacio a la percepción clara de su
La Biblia, el Maravilloso Libro de las Épocas Corinne Heline
alma de la verdad en los planos de conciencia a los cuales ya había
ascendido.
El Señor también le prometió a Abraham que le daría a su
descendencia la tierra que se extiende “desde el río de Egipto hasta el
gran río, el río Eufrates”. Abraham entonces preguntó cómo sabría
que aquella habría de ser su descendencia. El Señor le respondió
enigmáticamente: “Escógeme una novilla de tres años, una cabra de tres
años y un carnero de tres años y una tórtola y un pichón” (Génesis 15:9).
Así lo hizo. Mas éste no fue un sacrificio sanguinario al que se
vio avocado a ejecutar. Toda la experiencia relatada en este capítulo
ocurrió en un nivel superfísico y si se quiere aprehender sus
significados internos en su más mínimo grado, las palabras que lo
describen deben ser consideradas en términos simbólicos. Siempre
debe recordarse que las verdades espirituales más profundas nunca
se han compelido a ser escritas sino más bien transmitidas
verbalmente desde el Maestro al discípulo en conformidad con el
entendimiento y méritos de este último. En lo que se refiere a que
están o puedan ser transcriptas, los símbolos y códigos diversos
deben traducir de la mejor manera aquello que las palabras no
pueden hacerlo por sí mismas.
Ello es así, puesto que dichas referencias escritas son
confeccionadas para las más exaltadas experiencias del alma, y por
su misma naturaleza son para todos de carácter oscuro y enigmático,
excepto para aquellos que han conseguido un estado de consciencia
que penetra en el alma de las cosas y posibilitan observaciones y
corroboraciones enteramente nuevas. Cuando se lee la Biblia a la luz
del contenido esotérico, los ceremoniales de los fogosos religiosos
exotéricos no son sino las fracciones mutiladas de los augustos
rituales que se encuentran en ella.
Regresando al tema del sacrificio animal, no fue realmente esa
la ofrenda de Abraham. Las “alas que el alma forja para una
ascensión elevada” no se construyen desde la agonía y muerte de
cualquier cosa viviente, sino mediante la simpatía, compasión y un
incluyente y unificante amor que abarca a todas las criaturas de Dios,
desde la mayor hasta la más pequeña. Esa es la única manera de
formar las cualidades internas del alma requeridas para que un
Iniciado como Abraham haya alcanzado una realización superior.
La Biblia, el Maravilloso Libro de las Épocas Corinne Heline
Apliquemos la clave astrológica a los sacrificios que se le
ordenaron a Abraham. La becerra es un símbolo de Tauro y su
sacrificio significa renunciación a todos los deseos básicos y al amor
egoísta. La cabra es el símbolo de Capricornio y significa el sacrificio
del poder mundano y de la ambición. El carnero es el símbolo de Aries
y representa la resurrección de los poderes vitales por medio de la
castidad y de la transmutación. La tórtola y el pichón son símbolos de
Libra, la Balanza, y se refieren a las experiencias sutiles que prueban
la sensatez en este estado de realización.
Debe también notarse que el sacrificio de Abraham se hizo en
Mambré que quiere decir fortaleza y cerca de Hebrón que significa
unidad.
“Y al ponerse el sol, un pesado sueño sorprendió a Abraham; y
apoderose de él un pavor grande. Entonces le fue dicho: Sabe desde
ahora que tus descendientes han de vivir peregrinos en tierra ajena,
donde las reducirán a esclavitud, y afligirlos han por espacio de
cuatrocientos años” – Génesis 15:12,13.
Este es un bosquejo de todo lo que se puede dar a conocer
públicamente en lo que concierne al proceso de cierta Iniciación.
Describe el éxtasis del espíritu al que le acompaña “la gran oscuridad”.
Cuando Abraham perdió la conciencia en el plano físico, estuvo
despierto en los reinos etéricos o internos. Entonces leyó en cuadros
cósmicos en el Libro de los Recuerdos de Dios, los acontecimientos
futuros conectados con las gentes de Aries para las que se preparó
para liderarlas. La simiente de Abraham, los frutos del espíritu, no
están en su morada mientras permanecen en la Tierra. Ellos son
desconocidos, son pasajeros y al servicio de la materia y sujetos a sus
limitaciones hasta que el cuaternario inferior de la forma (400 años) ha
sido trascendido por el poder triuno del espíritu.
“Y puesto ya el sol, sobrevino una obscuridad tenebrosa, y apareció
un horno humeando y una llama de fuego que atravesaba por entre
esos trozos.”- Génesis 15: 17.
El calor, el humo y el fuego son inseparables en los procesos de
depuración que llevan a la Iluminación. Está muy claro que Abraham
pasó a través del “crisol” exitosamente y se calificó para un servicio
más alto, luego de la alianza que celebró con el Señor “el mismo día”,
el cual le dijo: “A tu posteridad le daré esta tierra desde el río de
Egipto hasta el gran río, el Eufrates.”













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