El mundo
necesita ver a Jesús vivir nuevamente en la tierra, en la experiencia de los
mortales nacidos del espíritu.
Libro de
Urantia. Pág.2084
Durante
esta semana, nuevamente han aflorado los sentimientos religiosos reforzados por
los recuerdos del Cristo Crucificado, sin embargo creo que no es ésto lo que
Jesús espera de nosotros, porque su resurrección no sólo nos habla del triunfo
sobre su muerte, sino sobre la muerte de todos nosotros,
porque "todo este poder inherente en Jesús, el don de vida que le
permitió levantarse de entre los muertos, es el don mismo de vida eterna que él
otorga a los creyentes del reino, y que aun ahora proporciona la certeza de la
resurrección de los vínculos de la muerte
natural.”2029
Y mientras estamos
aprisionados a nuestro cuerpo mortal, podemos ganarnos la vida eterna, mediante
nuestro compromiso de seguir las huellas del Maestro, quien nos
enseñó que lo
único realmente válido, es la experiencia personal motivada por la dirección del
Espíritu divino que en nosotros mora, porque mientras la Verdad no se
experimenta no es más que un conocimiento más, que no llega a producir cambios
individuales, ni menos frutos sociales.
Es
necesario que el hombre llegue a anhelar la verdad como resultado de las
experiencias de la vida, o que desee conocer a Dios como resultado del contacto
con la vida de los que han conocido al Padre divino, antes de que otro ser
humano pueda actuar como medio para conducir a ese mortal al Padre celestial.
“Si conocemos a Dios, nuestra tarea verdadera en la tierra es vivir de modo tal
que el Padre pueda revelarse en nuestra vida, y así todas las personas que
buscan a Dios verán al Padre y pedirán nuestra ayuda para averiguar más acerca
del Dios que de ese modo encuentra expresión en nuestra vida.”1406
Nosotros no podemos ir por la
vida hablando continuamente de la enseñanza, ni queriendo convertir a medio
mundo, pero si podemos y debemos, dar testimonio de ella en nuestra vida
cotidiana, de manera que sin hablar verbalmente, con el lenguage silente del
ejemplo, estemos hablando del Reino de Dios, debemos aprender que "muchas almas
pueden ser conducidas mejor a amar al Dios invisible si se les enseña primero
con el ejemplo, a amar a sus hermanos a quienes sí pueden
ver"1727
Amar a nuestros hermanos es
tener caridad, pero esa caridad no se puede limitar a la ayuda monetaria como se
suele creer, porque la caridad verdadera no es dar, sino DARSE a sí mismo. Es
saber escuchar, aprender a empatizar, a ponerme en los zapatos del otro para
poder comprenderlo sin juzgarlo. Es darle parte de mi tiempo,de mi atención y de
mi cariño, reconociendo en la otra persona a un hijo de Dios, de la misma forma
que Dios lo hace, que nos ama con todas nuestras imperfecciones y nos da el
tiempo para corregirlas y así ser fuente inspiradora para los que nos
rodean.
yolanda silva
solano
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