Era el plan de Miguel
aparecer en la tierra como un hombre común, para que la gente común, pudiera
comprenderlo y recibirlo
Libro de Urantia, Pág.
1345
Cuando se lee el Libro de
Urantia, algunos se quedan sobrecogidos por sus impactantes revelaciones, muchas
de ellas incomprensibles para nuestra mente finita y lo leen una y otra vez
tratando de conocer más sobre la divinidad, las Personalidades, la creación de
los universos y los mundos habitados por criaturas muy diferente a
nosotros...
Ante tanta magnitud,
desgraciadamente muchas veces se olvida que “la naturaleza de Dios puede
estudiarse en una revelación de ideas supremas, el carácter divino puede
considerarse como una representación de ideales excelsos, pero “la más
esclarecedora y espiritualmente edificante de todas las revelaciones de la
naturaleza divina ha de hallarse en la comprensión de la vida religiosa de Jesús
de Nazaret, tanto antes como después de que alcanzara plena conciencia de la
divinidad.”33
Este nuevo
evangelio que Jesús nos predicó con su ejemplo “presenta el alcance espiritual
como meta auténtica del vivir. La vida
humana recibió una dotación de valor moral y dignidad divina. Jesús nos enseñó que las realidades eternas
son el resultado y la recompensa del esfuerzo de una conducta recta en la
tierra” 1860 y la prueba de ello es que él vivió gran parte de una vida, como lo
hubiese hecho cualquiera en circunstancias parecidas, pues “el plan de Miguel,
era aparecer en la tierra como un hombre común, para que la gente común, pudiera
comprenderlo y recibirlo” 1345.
Sabemos que Jesús es el
Hijo de Dios, pero busquémoslo donde y como él quiere que lo encontremos. Es
preciso que El se convierta en nuestro mejor Amigo con quien podemos convivir en
medio de nuestra vida común y corriente, que no necesitemos días ni horas
determinadas, ni una fraselogía especial y rebuscada. Debemos acostumbrarnos no
al monólogo de las oraciones repetidas, sino que debemos emplear nuestro propio
lenguage... el que usamos con nuestros amigos cuando conversamos. No lo
busquemos sólo cuando necesitamos pedirle algo o estemos tristes, nuestra
comunicación con Jesús debe ser donde quiera que nos encontremos y cualquiera
que sea nuestro estado ánimico.
yolanda silva
solano