“Son nuestros pensamientos
los que nos conducen a Dios. Se puede percibir la naturaleza divina, tan sólo
con los ojos de la mente”1105 La mirada
que se ha sensibilizado con el bien y la belleza, va a saber encontrarla donde
nadie la ve, porque la alegría interna de la cual gozan los hijos de Dios, va a
guiar sus pasos y van a ver la bondad en cualquier gesto, lo cual se convertirá
en una mayor comprensión hacia los demás porque sin duda que “conocer a nuestros
hermanos, entender sus problemas y aprender a amarlos es la gran experiencia de
la vida”1431
Se están usando unos
lentes que hacen ver todo mucho más claro, que resaltan los colores y otros que
sirven para que de noche las luces no nos encandilen. Todos deberíamos de tener unos lentes
virtuales similares, que nos permitieran ver cualquier panorama más claro y más
positivo, para que reconociéramos en lo que nos sucede la ley de Causa y Efecto
y fuésemos capaces de asumirla y tener la fuerza espiritual suficiente para
transmutar lo negativo en positivo, empleando nuestra fuerza de voluntad y
nuestro autodominio, porque nada ni nadie nos puede herir verdaderamente, si
nosotros no lo permitimos.
A veces perdemos mucho
tiempo, recordando las cosas que nos han herido, este recuerdo persistente se
convierte en resentimiento y muy pronto aparece el rencor, e incluso el deseo de
venganza. Nos olvidamos que Jesús nos dijo que “la futilidad del mal no se
corrige con la venganza. No cometas el error de luchar contra el mal con sus
propias armas.”1580
Todo depende de nuestro
estado de conciencia, del cristal espiritual con que veamos los acontecimientos.
Donde algunos ven una ofensa imperdonable, nosotros como hijos de Dios, podemos
considerarlo como algo sin importancia, que no merece nuestra atención, ni mucho
menos nuestra rabia, ya que ella “al igual que la impaciencia es como una piedra
arrojada a un nido de avispas.”557 Lo cual no sólo tendrá repercusiones
espirituales, sino también físicas, porque nuestro cuerpo, especialmente el
colón se verá afectado por ella.
Guardar rencor es permitir
que el “enemigo” se apodere de nuestra mente y sentimientos impidiéndonos ser
felices. Borremos el rencor con el Amor...
yolanda silva
solano