Solidaridad no es entregar un óvolo, es darse a
sí mismo, con el convencimiento que ella debiera ser, la única relación que
debería existir entre los seres humanos, si fuésemos capaces de cumplir en
plenitud la regla de oro, de amar a nuestros hermanos como a nosotros mismos,
porque “el amor es el deseo de hacer el bien a los demás.”
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Esto quiere decir tomar las cargas de los
otros, como si fuesen las nuestras, con amor y responsabilidad. Cuando ésto se
comprende, deja de ser tarea de algunos pocos, y en determinadas circunstancias,
para convertirse en la tarea permanente e imprescindible, para todos los que
deseamos seguir las huellas de Jesús, pues
“la aparición de la verdadera hermandad significa que ha llegado un orden
social en el cual se deleitan todos los hombres, sobrellevando los unos las
cargas de los otros, deseando poner en práctica la regla de oro.” 804, porque
“mantener un sistema social duradero, sin una moral basada en las realidades
espirituales es igual de imposible, que el sistema solar sin la gravedad.”
2075
Sin embargo lo que menos se suele practicar es la solidaridad
espiritual, es decir preocuparnos por ayudar a los que necesitan de una ayuda
moral, sentimental o sicológica y que hoy en día por el ritmo acelerado de la
vida, cada vez son más, los que necesitan de ayuda. Nosotros somos muchos más
“ricos” que cualquiera, porque gracias a las enseñanzas del LU, sabemos que
hay sólo una fórmula para
enfrentar esta realidad y es el reconocer en cada ser humano, sin importar
religión, raza, sexo, filiación política o estatus social, a un hijo de Dios y
recordar que Jesús nos dijo que: “cuando ayudamos aun al más humilde de mis
hermanos, hacéis este servicio para mí”1917.
Cuando nos hacemos conscientes de lo que significa la verdadera
hermandad, nos es más fácil el empatizar y el
amar a todos los hombres, porque “cuando el hombre de este modo, llega a su
mejor potencial, vive de manera más generosa para el bien de los demás, de sus
semejantes transeúntes en el tiempo y en la eternidad”
1777.
Seamos solidarios, no solo abriendo nuestra billetera, sino que
pongamos en ella nuestro espíritu y nuestro corazón.
yolanda silva solano.
Si entendemos la solidaridad como sinónimo de
igualdad, fraternidad, y ayuda mutua, tenemos que seguir al Maestro, porque “él
trató de restablecer la dignidad del hombre, al declarar que todos los hombres
son hijos de Dios.1091". Por cierto que visto desde este punto de vista, tenemos
que reconocer que para el actuar así, demanda de responsabilidad, generosidad,
desprendimiento, cooperación y participación, valores que es difícil cumplir
sin la guía de nuestro Espíritu residente, porque “el hombre no apetece
naturalmente el trabajo duro. En su experiencia de vida, para mantener el ritmo
de las demandas obligatorias y los impulsos poderosos de su espíritu, necesita
una actividad incesante en el crecimiento espiritual, expansión intelectual,
ampliación de los hechos y del servicio social. 1120"
Visto de esta manera, nos es más fácil el
empatizar y el amar a todos los hombres, porque “cuando el hombre de este modo,
llega a su mejor potencial, vive de manera más generosa para el bien de los
demás, de sus semejantes transeúntes en el tiempo y en la eternidad”
1777.
En nuestros días, se habla mucho de la
solidaridad en todos los ámbitos, y en gran parte se debe a una conciencia
cada vez más generalizada de una realidad internacional conjunta, de un destino
universal entre todas las personas y todos los países, es una más, de las
consecuencias de la globalización mundialy de la necesidad de hacer sustentable
al planeta. Pero desgraciadamente, esta conciencia de solidaridad universal,
suele reducirse a una buena intención, a un rechazo hacia las injusticias
sociales, pero son sentimentalismos baratos, pues no tienen la menor fuerza de
acción. Condenamos el hambre y la pobreza, pero no hacemos lo más mínimo para
solucionarla, por el contrario, nos dejamos llevar por el consumismo
innecesario, olvidando las necesidades de los demás.
Solidaridad es una palabra que lleva implícita
la unión, es una señal inequívoca que todos los hombres de cualquier condición,
estamos unidos más allá de las noticias y de Internet, estamos unidos por
nuestra condición de seres humanos e hijos del mismo Padre, lo cual significa
haber comprendido el significado de la paternidad de Dios y de la fraternidad de
los hombres porque ambas están íntimamente unidas. “No veo, como puedo regocijarme en la
paternidad de Dios, si ignoro la fraternidad de los
hombres.1454"
Es preciso crear con urgencia un sentimiento de
solidaridad social, capaz de influir en la comunidad y en el mundo entero, pero
para llegar a lo macro, hay que comenzar por lo pequeño, por lo inmediato, como
lo es la solidaridad con nuestra familia, con nuestro entorno. Recordemos que el
sinónimo de solidaridad es ayuda desinteresada...si nos detenemos unos
instantes, nos daremos cuenta que los más cercanos verían muy alivianada su
carga, si nosotros fuésemos solidarios con sus necesidades, las cuales no
siempre tienen que ser materiales. Muchas veces, nuestras familias necesitan
mucho más de nuestro tiempo, dedicación y cariño que de nuestra billetera.
“Cuando los sentimientos del servicio para con vuestros semejantes surjan en
vuestra alma, no los ahoguéis, cuando las emociones del amor por vuestro prójimo
desborden en vuestro corazón, expresad estos impulsos de afecto en un ministerio
inteligente de las necesidades auténticas de vuestros semejantes.
1745"
Trabajemos por incorporar no sólo a nuestro
lenguaje sino a nuestros actos, a la solidaridad, hagamos de ella una constante
en nuestro camino evolutivo, un modo de vida que nos permita preguntarnos con
frecuencia ¿qué bien puedo hacer aquí.?
El bien puede ser material o espiritual, lo importante es el espíritu que nos
guíe a hacerlo, el cual debe estar desprovisto de todo orgullo y vanidad para
que cumpla su objetivo. Que no sepa mi mano derecha lo que hace la izquierda...
y que la única motivación sea amar a Dios en cada uno de nuestros hermanos,
porque ni la caridad, ni la solidaridad esperan recompensa alguna, porque al
igual que el amor, llevan en sí su propia plenitud, porque cietamente que
“conocer a nuestros hermanos, entender sus problemas y aprender a amarlos es la
suprema experiencia de la vida1431", porque sin duda que al actuar de esta
manera, los más beneficiados somos nosotros mismos, aun cuando no sea nuestro
fin, pues “tener sensibilidad y saber
responder a las necesidades de los hombres, genera una felicidad genuina y
duradera, y estas actitudes cordiales a la vez, salvan el alma de las
influencias destructoras de la ira, el odio y la desconfianza.”
1575
yolanda silva solano