Se requiere inteligencia para uno mismo garantizarce una
porción de las cosas deseables de la vida.
Libro de
Urantia. Pág. 1779
No se suele asociar la obtención de una buena situación
económica con la espiritualidad y sin embargo van plenamente unidas, porque
necesitamos el merecimiento necesario y la fuerza de nuestra mente para
conseguirla. “Se requiere inteligencia para garantizarse uno mismo una porción
de las cosas deseables de la vida. Es totalmente erróneo suponer que la
fidelidad al trabajo diario asegura las recompensas de la riqueza. Aparte de la
adquisición ocasional y accidental de la riqueza, las recompensas materiales de
la vida temporal fluyen en ciertos canales bien organizados, y sólo los que
tienen acceso a estos canales pueden esperar ser bien recompensados por sus
esfuerzos temporales.” 1779
La escases
económica, puede ocurrirnos como una prueba para revisar nuestros métodos de
ganar dinero, pero no puede ser una condición perdurable en el tiempo porque, si
somos realmente espirituales, si nuestra mente está contactada con Dios y somos
constantes y optimistas trabajadores, obtendremos lo necesario y algo más para
cubrir nuestras necesidades básicas.
El dinero es una energía que está integrada a las leyes
del Cosmos, y la ley de Causa y Efecto se manifiesta. Por eso hay que hacer
circular el dinero en forma consciente, al gastar en forma constructiva, se crea
una corriente de dinero lo cual es muy positivo porque nos ayuda a ganarlo. En
la medida que damos o gastamos el dinero en forma consciente, estamos haciendo
el espacio necesario para recibir más. Hay que cuidar el dinero al igual que se
hace con un árbol que queremos que de frutos abundantes y el mejor abono es la
confianza en Dios y en nosotros mismos.
“Hay una gran diferencia entre la riqueza que
conduce a la avaricia y al egoísmo y la que tienen y dispensan en espíritu de
fideicomiso los que tienen abundancia de bienes mundanos y que tan generosamente
contribuyen a mantener a los que dedican sus energías al trabajo del reino. Pero no olvidéis jamás que, después de todo
la riqueza no perdura. El amor por la
riqueza ofusca demasiado a menudo, a veces destruye la visión espiritual. No dejéis de reconocer el peligro de que la
riqueza se vuelva vuestro amo en vez de vuestro siervo” 1822
yolanda silva solano