Me quejé
Pensaba que mi vida no estaba bien,
hablé entonces con Dios y:
Me quejé de lo que me salió mal en el trabajo,
pero no agradecí mis manos para trabajar.
Me quejé de tener que soportar el ruido
de mis hermanos, mas no agradecí
por tener una familia.
Me quejé cuando no había lo que más me gustaba
para comer, pero olvidé agradecer por tener que comer.
Me quejé por mi salario,
cuando miles ni siquiera tienen uno.
Me quejé porque no apagaban la luz de mi cuarto
al buscar unos libros, pero no pensé en que muchos
no tienen hogar donde tener las luces encendidas.
Me quejé por no poder dormir 10 minutos más,
olvidando a quienes darían todo por tener
su cuerpo sano poder levantarse.
Me quejé por tener que trabajar al día siguiente,
olvidando que muchos no tienen trabajo
que les permita llevar sustento a su familia.
Me quejé porque mi madre me reprendía,
cuando millones desearan tenerla viva
para poder honrarla y abrazarla.
Me quejé pues tenía que dar una charla s
obre Jesús a unos jóvenes, olvidando el privilegio
que es poder hablar a otros de Jesús.
Dios me mostró en aquel momento la verdad
y entonces comprendí lo ingrato que había sido
con Él, y comencé a agradecer por las cosas
que había olvidado, y aún más aquellas
por las que tanto me quejaba.
Espero que tú no cometas el mismo error
que yo estaba cometiendo.
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