No os dejéis enceguecer por el prejuicio, ni
paralizar por el miedo.
Libro de Urantia. Pág.1745.
No podemos ignorar que
no estamos viviendo los mejores momentos en nuestra sociedad, por una parte el
temor al terrorismo, a la guerra y en menor escala también a la delincuencia que
crece a pasos agigantados y cada vez con más violencia y ejecutada por
adolescentes usados por avezados delincuentes. Ante esta realidad debemos
aprender a no dejarnos posesionar ni por temor ni por el miedo, porque son las fuerzas más paralizantes que puede sufrir
el ser humano, son sentimientos que
nublan la razón y nos impiden ser objetivos.
“Cada vez que el hombre cede a la ansiedad, se
aleja un paso del espíritu guiador de su corazón”1451. Jesús vino a traernos la paz y la serenidad a
nuestras almas, pero si nos olvidamos que Él es nuestra fuerza, es muy fácil que
ante cualquier situación imprevista, nos dejemos paralizar por el temor y el
miedo , no solo algo que ya hemos citado sino también ente la incertidumbre de
lo desconocido, a no ser amados, a no ser valorados, a perder lo que con
esfuerzo hemos ganado, muchos son los que sienten miedo a la muerte, a viajar en
avión, a las arañas, etc. El miedo puede
transformarse en patología, son las fobias que van mas allá de todo lo
razonable.
Por eso Jesús nos
aconsejaba “no os dejéis enceguecer por el prejuicio, ni paralizar por el
miedo”1745. En verdad el miedo nace de
un prejuicio, de una creencia en algo que está la gran mayoría de las veces nos
adelantamos a los hechos y nos angustiamos por un resultado imprevisto, si
tuviésemos más fe en Dios y en nosotros mismos, sufriríamos mucho menos. El
Maestro nos dice: “no estés constantemente con ansiedad excesiva en cuanto a tus
necesidades diarias. No os atribuléis por los problemas terrestres, en todas las
cosas, orando y suplicando con un espíritu sincero de gratitud, despliega tus
necesidades ante los ojos de tu Padre que está en los cielos” 1640.
yolanda silva solano
yosis282@gmail.com