El mundo occidental forma, indudablemente, la vanguardia de la raza
humana, y, por razones que se indicarán más adelante, los rosacruces
sostienen, que ni el Judaísmo ni el "Cristianismo popular", sino el
verdadero Cristianismo Esotérico, será la Religión del mundo.
Buda, grande y sublime, podrá haber sido la " Luz del Asia" pero
puede afirmarse que Cristo será la "Luz del Mundo". Así como la luz
del Sol desvanece la de las más brillantes estrellas y borra todo
vestigio de oscuridad iluminando y vivificando a todos los seres, así
también , en un futuro no muy lejano, la verdadera religión de Cristo
sobrepasará y anulará todas las otras religiones para eterno beneficio
de la humanidad.
En nuestra civilización, el abismo que se interpone entre la mente y el
corazón se hace más grande cada día, y, mientras la mente vuela de un
descubrimiento a otro en los dominios de la ciencia, el vacío se hace
más grande y oscuro, y el corazón se ve dejado atrás cada vez más. La
mente pide a gritos y se satisface solamente con explicaciones
materialmente demostrables acerca del hombre y de los demás seres
que forman el mundo fenomenal.
El corazón siente instintivamente que hay algo más grande y aspira
hacia aquello que siente ser una verdad de orden tan elevado, que la
mente sola no puede alcanzar. El alma humana desearía remontarse
sobre las etéreas alas de la intuición, desearía bañarse en la fuente de
la luz y amor espirituales; pero los puntos de vista científicos
modernos han cortado sus alas y permanece encadenada y silenciosa,
y las aspiraciones insatisfechas la devoran como el buitre a Prometeo.
¿Es esto necesario? ¿No habrá algún terreno común en el cual puedan
encontrarse la cabeza y el corazón, ayudándose la una al otro,
haciéndose así más efectivos mutuamente en su investigación por la
verdad universal, satisfaciéndose ambos por igual?
Tan seguramente como que la luz preexistente creó el ojo que pudiera
verla; tan seguramente como que el deseo primordial de crecimiento
creó el sistema digestivo y asimilativo para la realización de aquel fin;
tan seguramente como que el pensamiento existió antes que el
cerebro, y lo construyó y está aún construyéndolo para su expresión;
tan seguramente como que la mente está ahora tratando de arrancar
sus secretos a la Naturaleza por la sola fuerza de su audacia, así
también el corazón encontrará un medio de gratificar sus anhelos y
satisfacer sus aspiraciones. Actualmente se encuentra encadenado por
el cerebro dominador. Más, algún día adquirirá la fuerza necesaria
para destrozar sus grilletes y se convertirá en un poder aún mayor que
la mente.
Un joven fue a ver un sabio cierto día y le preguntó: señor, ¿ qué debo
hacer para convertirme en un sabio? El sabio no contestó. El joven ,
después de haber repetido su pregunta cierto número de veces con
parecido resultado, lo dejó y volvió al siguiente día con la misma
demanda. No obtuvo tampoco contestación alguna, y entonces volvió
por tercera vez y repitió su pregunta: señor, ¿ qué debo hacer para
convertirme en un sabio?
Finalmente el sabio lo atendió y se dirigió a un río que por allí corría.
Entro en el agua llevando al joven de la mano. Cuando alcanzaron
cierta profundidad, el sabio se apoyó en los hombros del joven y lo
sumergió en el agua, a pesar de sus esfuerzos para desasirse de él. Al
fin lo dejó salir, y cuando el joven hubo recuperado el aliento, el sabio
interrogó:
- Hijo mío, cuando estabas bajo el agua, ¿ que era lo que más
deseabas?
Sin vacilar contestó el joven : aire, quería aire.
- ¿No hubieras preferido mejor riquezas, laceres, poderes o amor? ¿
No pensaste en ninguna de esas cosas?
- No señor, deseaba aire y solo pensaba en el aire que me faltaba - fue
la inmediata respuesta.
- Entonces - dijo el sabio - , para convertirte en un sabio debes desear
la sabiduría con la misma intensidad conque deseabas el aire. Debes
luchar por ella y excluir todo otro fin de tu vida. Debe ser tu sola y
única aspiración, día y noche. Si buscas la sabiduría con ese fervor,
seguramente te convertirás en un sabio.
Este es el primer requisito fundamental que todo aspirante al
conocimiento oculto debe poseer: un deseo ardiente, una sed
abrazadora de conocimiento oculto; pero debe ser con un deseo
intenso de ayudar a la humanidad, un olvido completo de sí mismo
para trabajar para los demás. A menos de ser impulsado por tal
motivo, el estudio del ocultismo es peligroso.