¿ De que
vale la enseñanza si no se puede llevar a cabo.?
Libro de Urantia. Pág.1772.
La verdad por grande que ella sea, si no la aplicamos de alguna forma en
nuestra vida cotidiana, se convierte en letra muerta. Nos puede servir en la parte intelectual y hasta podemos deslumbrar a otros con
nuestra erudición, pero el conocimiento de la verdad, no siempre es sinónimo de
evolución y crecimiento espiritual, por el contrario, a veces el exceso de
información se convierte en un lastre, que nos impide descubrir la verdad y la
felicidad en las cosas simples del diario vivir.
Todos los seres humanos deseamos
ser felices, pero muy pocas veces se asocia la felicidad a un trabajo interno y
personal. Casi siempre se le identifica
con un acontecimiento favorable o con una emoción especial, pero la felicidad es
algo mucho más integral y profundo. No
pertenece al mundo de los afectos o sucesos externos, la verdadera felicidad es
un estado de conciencia que brota desde lo mas interno de nuestro ser, cuando
hemos logrado sentirnos hijos de Dios y hemos procurado hacer su voluntad. “Recordemos que la voluntad de Dios puede
cumplirse en cualquier ocupación terrenal.
1734"
Durante tantos siglos las religiones nos enseñaron que
amar a Dios significaba sufrimiento, abstinencia y sacrificio, que ahora nos
resulta difícil acuñar el nuevo paradigma que Jesús nos trajo y que es el darnos
a conocer que Dios es nuestro Padre, que nos ama como a tal y que desea vernos
felices, porque “esta vida no es un valle de lágrimas, sino una pradera de
oportunidades. Jesús.
más bien consideraba este mundo, como la esfera donde nacen los espíritus
eternos e inmortales en la ascensión al Paraíso, «el valle para forjar
almas.1675"
De nada
nos sirve haber leído ene veces el LU y poder hablar de su contenido con mucha
fluidez, pues nada de eso tiene valor si sus enseñanzas no las ponemos en
práctica en nuestra vida cotidiana, especialmente en el trato con nuestros
hermanos, porque ésto es abrazar las realidades más grandes del reino y lo que
nos permitirá la sobrevivencia eterna, porque cuando nos llegue la hora de
partir, no se nos va a preguntar cuanto sabemos o que dijimos, sino QUE HICIMOS
por amor a nuestro Padre y a nuestros hermanos.