ETAPAS PREPARATORIAS, DESDE LÁZARO HASTA GETSEMANÍ
Habiendo pasado la Cuaresma en profunda meditación sobre los próximos Misterios de la Pascua, el candidato está ya preparado para penetrar en los Divinos Misterios mismos, tal y como se celebran anualmente en los planos internos, en ese tiempo sagrado del año, cuando el Cristo Arcángel retorna a Su hogar en el Sol Espiritual. Conocer estos Misterios es penetrar en lo más profundo de la más iluminadora de todas las revelaciones espirituales hechas jamás a los hombres: El Misterio de Cristo. Algo de la verdad de la Pascua puede captarse mediante el estudio de sus aspectos externos; pero, sólo mediante una aproximación espiritual, puede descubrirse su trascendentalísima significación. En la primitiva iglesia, la Cuaresma era tiempo de seria y profunda preparación, para afrontar las pruebas y tests de la Semana de Pasión que, pasados con éxito, conducían al progreso en los siempre ascendentes Grados de la Iluminación. La cristiandad ortodoxa, al haber perdido las claves de la Iniciación, acentúa la Pascua histórica; la cristiandad esotérica, por su parte, enfatiza su aspecto iniciático en términos de desarrollo espiritual individual. La ortodoxia se centra en la Pasión de Cristo, mientras que el cristiano esotérico se concentra sobre los efectos de la Pasión dentro de sí mismo, reconociendo que él también es un Cristo en formación. De ahí la afirmación de Orígenes, el Maestro alejandrino de los Misterios Cristianos durante la tercera centuria, de que "los sucesos de Palestina resultan inútiles para nosotros, a no ser que tengan lugar en nuestro interior". Y, en el mismo sentido, las palabras del santo medieval Angel Silesio: "En vano habrás puesto la esperanza en la cruz del Gólgota, si no ha sido erigida de nuevo dentro de ti mismo". Igual que los Antiguos, los Grandes Misterios, inaugurados por Cristo, se dividen en tres etapas o Grados principales. El Primero es el Rito de la Purificación, relativo a la limpieza de la naturaleza inferior de la vida sensible. Conduce a lo que, comúnmente, se llama "vivir la vida". Cada etapa del Sendero lleva consigo una compensación espiritual. La de este Primer Grado consiste en la facultad de servir como Auxiliar Invisible consciente. Muchas clases de discípulos que habían alcanzado este Grado, y sus poderes anejos, se mencionan en el libro de los Hechos de los Apóstoles. El Segundo Grado es el Rito de la Iluminación. Mediante él, se ponen en movimiento ciertas corrientes en los vehículos internos del hombre, que despiertan las facultades de la clarividencia y la clariaudiencia positivas. Tanto en los Evangelios como en los Hechos de los Apóstoles se pueden encontrar muchos ejemplos de tal consecución. El Tercer Grado es el de Maestro. Su consecución es el Matrimonio Místico entre la personalidad y el espíritu, que queda entonces consumado. Las fuerzas del yo personal se han sublimado de tal modo que se ha podido lograr su perfecta unión con el espíritu interno. Los cielos y la Tierra, al unísono, rinden obediencia al que tal cosa ha logrado puesto que, en verdad, se ha convertido en Maestro de todo lo que maneja. La pista relativa a este Grado está disimulada en el relato de las Bodas de Caná de Galilea, con el que Juan inicia su Evangelio. Como esta boda pertenece al Tercer Grado, se dice que tuvieron lugar "el tercer día". La palabra "Caná" significa "sanar" o "avanzar", y la palabra "Galilea" significa "la blancura de la nieve". Juan empieza su Evangelio con la fiesta de bodas porque informa a los que pueden discernir su significado interno, al punto del Sendero al que él mismo había llegado. Hay "claves" colocadas en los relatos bíblicos de las vidas de los seguidores de Cristo y que, para los lectores iniciados, indican el Grado específico hasta el que habían progresado y que, además, sirven para bosquejar el proceso de desarrollo a los aspirantes esotéricos que intentan tomar el Sendero de la Cruz y seguir el Camino del Discipulado Cristiano. La mayor parte de los Evangelios está dedicada al trabajo de los hombres y mujeres discípulos de Cristo, y al esfuerzo que hicieron para alcanzar la iluminación en los Misterios Cristianos durante la espiritual Marea Pascual. Esos días han sido denominados la "Semana Grande", a causa de la inmensa significación de los acontecimientos a ellos asociados, y también la "Semana Santa", a causa de la profunda santidad de los Misterios a que se refiere. La Semana Santa comienza con la Entrada Triunfal en Jerusalén y concluye con la gloria de la Resurreción, cuando la muerte es, verdaderamente, transformada en vida. Entre estos dos acontecimientos se encuentran las Estaciones de la Cruz, que constituyen la Vía Dolorosa o Camino del Dolor. Vienen tras el Domingo de Ramos y la Pascua. Suceden a los hosannas que acompañan a la Entrada, y preceden a la Resurrección, en que la conciencia de Cristo, que estaba despertando el Domingo de Ramos, se eleva a la oleada de gloria de la vida iluminada y resurrecta de la alborada de Pascua. El ideal, antes entrevisto, se hace realidad.