La oración dictada por
el espíritu, conduce al progreso de la vida espiritual.
Libro de Urantia. Pág.1618
Son muchos los que rezan,especialmente cuando
necesitan salir de un problema o se enfrentan al miedo de lo que pueda ocurrir o
esté ocurriendo. Pero son pocos los que comprenden que “la oración puede ser
una expresión espontánea de la conciencia de Dios, o una recitación sin sentido
de las fórmulas teológicas. Puede ser la
alabanza estática del alma conocedora de Dios o la obediencia esclava de un
mortal dominado por el miedo. Es a veces
expresión patética del deseo espiritual y a veces el grito flagrante de frases
pías. La oración puede ser alabanza
regocijada o humilde ruego de perdón” 1001.
Se confunde la
oración con la recitación de rezos aprendidos y que si fuesen recitados con
plena conciencia serían muy válidos, pero bien sabemos que son muy pocos que
rezan con conciencia el maravilloso Padre Nuestro que Jesús nos enseñó, porque
si lo hiciéramos el mundo no estaría como lo vemos... La oración no debería ser
un monólogo para pedir a Dios lo que creemos necesitar, sino un diálogo para
escuchar lo que El tiene que decirnos al respecto y una entrega a su
Voluntad.
“La oración es una
expresión enteramente personal y espontánea
de la actitud del alma hacia el espíritu, el rezo debe ser la comunión de
la filiación y la experiencia de la
hermandad. La oración dictada por el
espíritu, conduce al progreso de la vida espiritual cooperativo. La oración ideal es una forma de comunión
espiritual que conduce a la adoración inteligente. La oración verdadera es la
actitud sincera en pos de los cielos para alcanzar vuestros
ideales.”1618
“Jesús enseñó que la oración por guía divina
a través del camino de la vida en este mundo, le seguía en importancia a la súplica por el
conocimiento de la voluntad del
Padre. En realidad esto significa orar
por la sabiduría divina. Jesús nunca
enseñó que pudieran obtenerse conocimientos y artes específicas humanas,
mediante la oración. Pero si enseñó que
la oración contribuye a ampliar la capacidad del ser, para recibir la presencia
del espíritu divino. Cuando Jesús enseñó
a sus asociados a que oraran en el espíritu y en la verdad, explicó que eso
significaba orar con sinceridad y de acuerdo con el esclarecimiento de cada
cual, orar de todo corazón, con inteligencia, con honestidad y con constancia”
640.
yolanda silva
solanoyosis282@gmail.com