Estamos acostumbrados a asociar a Jesús y a la religión con el sufrimiento y
el sacrificio, sin embargo la realidad es muy diferente. El LU nos pide: “no describáis a vuestro
Maestro como un varón de dolores. Las
futuras generaciones, deben conocer también nuestra felicidad radiante, el
entusiasmo de nuestra buena voluntad y la inspiración de nuestro buen
humor. Proclamamos un mensaje de buenas
noticias, contagioso en su poder transformador.
Nuestra religión late con nueva vida y nuevos significados. Los que aceptan esta enseñanza se llenan de
alegría y su corazón los impulsa a regocijarse para siempre. Una felicidad en crecimiento constante, es
siempre la experiencia de todos los que están seguros de Dios”1766. Este es Camino que debemos
seguir.
Pero ¿a qué llamamos felicidad .? Se
suele identificar con un acontecimiento favorable, una emoción especial, o con
un golpe de suerte. Sin embargo la
felicidad es algo mucho más integral y profundo, no pertenece al campo
restringido de los afectos o de los acontecimientos externos. “Porque las seguridades temporales son
vulnerables, en cambio las certezas espirituales son permanentes”1096. La verdadera felicidad es un estado de
conciencia y por lo mismo brota desde adentro, dando una nueva percepción y una
nueva dimensión a la totalidad de nuestra existencia. “Estos individuos nacidos del Espíritu,
reciben una motivación nueva en la vida” 1766.
La
alegría y la sonrisa son las antesalas de la felicidad y de la paz espiritual,
porque “una de las características más sorprendentes de la vida religiosa, es
esa paz dinámica y sublime, esa paz que trasciende toda comprensión humana, esa
calma cósmica que simboliza la ausencia de toda duda y confusión. Tales niveles de estabilidad espiritual son
inmunes a la decepción” 1101.
Se
nos pasa la vida corriendo tras ideales efímeros y olvidamos que “la meta máxima
de la existencia humana, consiste en sincronizarse con la divinidad del
Ajustador residente. El gran logro de la
vida mortal es alcanzar una consagración verdadera y comprensiva a los objetivos
eternos del espíritu divino que aguarda y trabaja dentro de tu mente. Pero este esfuerzo dedicado y determinado a
la realización del destino eterno, es totalmente compatible con una vida
regocijada y alegre y con una carrera de éxito honorable en la tierra”1206,
porque “la felicidad y el regocijo se
originan en la vida interior” 1220
yolanda silva solano yosis282@gmail.com