Vuestra vida se compone de muchos días. Para que cada uno de los días pueda ser vivido correctamente, y podáis obtener de él el máximo beneficio, es esencial que seáis conscientes de que cada día es un acto de la existencia espiritual. Conforme pasan los meses y los años, ¿qué es lo que hace que un día os parezca sobresaliente? ¿Cómo distinguís entre un día y otro? ¿Por qué recordáis un día y deseáis olvidar otro? ¿Cuando cada mañana despertáis a un nuevo día, pensáis qué vais a vivir ese día o simplemente que vais a existir? Desde luego, tenéis que comer y beber y que procuraros ropas y abrigo, pero eso son sólo los medios destinados a un fin: mantener el cuerpo físico en un estado equilibrado y saludable. Su único propósito es permitir al alma funcionar dentro del cuerpo para que pueda cumplir con el destino que eligió antes de encarnar en la materia física. Por tanto, el propósito de la vida, el propósito de despertar cada mañana, no es meramente la existencia, el comer y el beber, el preocuparse por los aspectos materiales de la vida o la sociedad: el propósito de la vida es el cumplimiento del destino espiritual de cada día.
En la sociedad en que vivís hoy es fácil olvidar completamente para qué es el día. Los días se unen unos con otros. La vida se convierte en una lucha continua por vivir con las cosas materiales o por obtener más objetos. Deseáis comer al máximo, vivir en una casa soberbia, tener el último coche u obtener los placeres que creéis necesitar. Pero no es ése el propósito de un día. No encarnáis para llevar una vida de placer, lo que no quiere decir que tengáis que pasar sin él. Encarnáis para aprender las lecciones de este planeta. Ese es el motivo de vuestra existencia en la Tierra.
Si supieseis que ibais a morir mañana y que el día de hoy es vuestro último día en un cuerpo físico en esta encarnación, ¿cómo dirigiríais vuestra vida? ¿No seríais completamente conscientes de ese día? Conforme pasaran cada minuto y cada hora, conforme el Sol se levantase y se pusiera, conforme la vida girase a vuestro alrededor, ¿no seríais completamente conscientes, quizá por vez primera, de la vida y lo que significa? ¿No sonreiríais y daríais la bienvenida a todo lo que encontraseis, incluso a vuestros enemigos? ¿No les perdonaríais quizá todo lo que os han hecho? ¿No os esforzaríais por ayudar a la gente? ¿No miraríais lo que os rodea con una nueva conciencia de lo que significa para vosotros? ¿No pensaríais más en la vida, en su propósito, en el motivo de que estéis aquí o de que hayáis de morir, en dónde iréis una vez muertos? ¿No pensaríais en lo que habéis conseguido en esta vida y en particular en lo que habéis deseado conseguir hoy sabiendo que no vas a estar mañana? Planearíais cada segundo del día para obtener el máximo beneficio de él. Despertaríais ese día por la mañana sabiendo que es vuestro último día y lo viviríais tal como vuestro Creador quiere que viváis un día. Pero, lógicamente, nunca os encontraréis en ese caso, pues aunque hayáis de morir mañana, no lo sabréis.
Los que sois conscientes de la espiritualidad del día, del Sol que está ahí para daros calor y luz, de toda la creación que os rodea, comprendéis que cada día se os da con un propósito. Estáis aquí para cumplir con la voluntad de vuestro Creador y, por tanto, cuando os levantáis cada mañana consideráis cuál es la voluntad de vuestro Creador para cada día y entonces os esforzáis conscientemente por cumplirla. La lección de la vida en este planeta es un servicio sacrificado al amor, y eso es exactamente lo que debería motivar todos vuestros actos durante ese día. Vivís cada día para servir a los que os rodean; no sólo a vuestra familia sino a todos los que encontráis. Eso significa ayudar y no rechazar. Significa sacrificio. Significa servicio. Significa controlar al pequeño ego que no quiere ayudar porque es inconveniente o porque desea otras cosas. Significa ser consciente de todas las formas inferiores de vida -
el reino animal, vegetal y mineral- y sentirse responsable ante ellos.
Cada día que vivís miráis con nuevos ojos, no con los ojos de la memoria. Esforzaos por vivir cada día de nuevo. Renaced cada mañana. Olvidad lo que ha pasado. Empezad cada día como si comenzarais una nueva vida. Tratad de controlar conscientemente vuestra personalidad. Tratad de mantener esa lengua aguda, ese pensamiento maligno. Mostrad buena voluntad y amor a todos y a todo lo que encontréis. Tratad de ayudar a vuestros compañeros. Si hacéis esto os sentiréis sorprendidos por el cambio que se produce en vuestra vida. Si todo el mundo en este planeta tuviera el poder del amor durante cada minuto del día, vuestro Mundo se convertiría en el paraíso que debería ser.
Cuando caminéis por los alrededores de vuestra casa, por el campo o por la ciudad observad la vida que os rodea como si se tratara de vuestro último día. Mirad por primera vez las cosas que antes habíais aceptado. Os sorprenderéis de observar cosas que antes no habíais visto y de lo conscientes que os volvéis del mundo que os rodea Por ejemplo, si para in al trabajo cruzáis con el coche barrios bajos en donde viven hermanos menos afortunados, no cerrad los ojos diciendo que es algo que no queréis ver. Mirad, observad y sed conscientes. Reconoced a las personas que viven allí, personas menos afortunadas que vosotros, y considerad lo que vosotros y vuestra sociedad puede hacer por ayudarles. No viváis en un mundo pequeño que excluye a los que os rodean, pues si creáis vuestra torre de marfil ésta se vendrá pronto abajo.
La vida es algo más que ir a trabajar todos los días para ganar dinero para vuestra familia, algo más que cuidar todo el día de la casa y los niños. Todo ello puede ser una parte necesaria de la vida, pero no la totalidad. Habéis creado hogares, habéis tenido hijos y trabajado en diversos oficios en las encarnaciones pasadas, y volveréis a hacer lo mismo en las venideras. Lo que debéis buscar es la espiritualidad de la vida que existe más allá de eso.
La vida debe implicar el darse en todos los aspectos, en sacrificar el «yo» para ayudar a vuestros compañeros, bendecidlos cuando quisierais maldecidles, en ayudarles cuando piden ayuda, e incluso en ofrecer ayuda cuando no la pidan. No debéis pensar sólo en la gente de vuestro pueblo, de vuestra ciudad o de vuestro país, sino en toda la gente del mundo. No apoyéis un gobierno que abogue por un modo de vida que es contrario a lo que sabéis que es cierto. No ignoréis un problema suponiendo que el gobierno se ocupará de él. Recordad que es el modo en que penséis y lo que decís lo que cambia a la gente. Mostrad vuestras preocupaciones y cuidados y encenderéis la chispa en otros.
Si despertáis cada mañana tratando de hacen eso viviréis verdaderamente cada día. No preocuparos por el mañana o por lo que va e suceden en un año. Preocuparos de vivir cada día como si fuese el último, para que cuando por la noche reviséis lo que habéis hecho podéis decir: «He hecho todo lo que desearía mi Creador.» Si podéis hacer eso es que habéis vivido un día con el propósito para el que os fue dado.