No es posible amar a un
Dios invisible, si no amamos a quienes sí podemos ver.
Libro de Urantia.
Pág.1727
El discernimiento
debería reconocerse como una de las grandes virtudes que deberíamos adquirir
como hijos de Dios, con constancia y perseverancia, porque él no es un don sino
que nace de la meditación profunda, que hace la mente de un ser humano que busca
la perfección. Podemos ser dueños de grandes conocimientos y conceptos, pero si
no hemos hecho el verdadero discernimiento de ellos, poco o nada nos servirán en
nuestra vida cotidiana, en el Aquí y Ahora, que es donde los mortales tenemos
que ganarnos la sobrevivencia eterna.
Jesús, empleó símbolos y
parábolas porque “quería enseñar ciertas grandes verdades espirituales de manera
tal, que resultara difícil a sus sucesores darles interpretaciones precisas y
significados definidos a sus palabras. De esta manera, trataba de prevenir que
las generaciones venideras cristalizaran sus enseñanzas y vincularan los
significados espirituales, con las cadenas muertas de la tradición y del dogma.”
Eso se hizo evidente cuando en la última Cena, estableció “la única ceremonia o
sacramento asociado con toda su misión en la vida, Jesús hizo grandes esfuerzos
por sugerir sus significados más bien que recurrir a definiciones
precisas. No quería destruir el concepto individual de la comunión divina
estableciendo una forma precisa; tampoco deseaba limitar la imaginación
espiritual del creyente, cortándole las alas por el formalismo. Más bien buscaba
liberar el alma renacida del hombre y ponerla en las alas dichosas de una nueva
y viviente libertad espiritual.”1942
El discernimiento
espiritual para que sea válido debe ser personalizado, porque el razonamiento
es, “la actitud de un alma individual, en sus relaciones conscientes con su
Creador”1641 y por lo mismo, “la revelación deberá siempre limitarse por la
capacidad del hombre para recibirla.”1001 pues “el concepto espiritual, no puede
ser forzado en forma mecánica, dentro del molde de memoria
material.”556
El discernimiento no
sólo debe estar presente en lo espiritual, sino en todas nuestras decisiones
porque él es el camino a la comprensión y a su vez ésta nos hace empatizar y ser
tolerante con nuestros hermanos, porque “no es posible amar a un Dios invisible,
si no amamos a quienes sí podemos ver.1727”
Unámonos a nuestro
Espíritu residente y pidámosle que nos ayude a discernir el por qué y para qué
nos pasan las situaciones que nos tocan vivir, especialmente las que no son
aprarentemente tan buenas, o las que nos llegan en forma inesperada... si lo
hacemos estaremos ganando puntos para nuestra sobrevivencia
eterna...