LA HIPNOSIS, UN BIEN TEMPORAL Y UN PELIGRO PERMANENTE
FRANCISCO NIETO VIDAL
Ya desde hace muchos años, cuando yo
era muy joven, recuerdo haber visto espectáculos televisivos donde un
hipnotizador hacía con un espectador lo que quería después de haberle
hipnotizado. Aquello era puro espectáculo y no solía pasar de ahí, sin embargo
hoy, además de espectáculo, se utiliza el hipnotismo para otras variadas cosas.
Profesionales como médicos psiquiatras, psicólogos y algunos otros que no sé
cómo denominarlos porque hacen ”regresiones”, utilizan el hipnotismo y me temo,
que sin saber muy a ciencia cierta lo que hacen. Yo no sé si se necesitan
grandes habilidades para hipnotizar, pero lo que sí sé es que no hay que
estudiar ninguna carrera ni nada parecido, ya que si así fuera se tendría más
en cuenta otros aspectos personales como es la moral o el libre
albedrío. Lo cierto es que esta práctica tiene mucho más peligro de lo que
la gente piensa y que los hipnotizados no saben que pueden ser esclavos de la
voluntad del hipnotizador.
Es
cierto que algunos profesionales opinan que hay una clase de hipnosis que no es
mala porque lo único que hacen es poner en trance a la persona para, cuando
pierda el sentido de la realidad, bombardearle con una serie de sugestiones
para que no haga tal o cual cosa. Bien, si sólo fuera eso no sería del todo
grave (que sí lo es) como dicen ellos, porque lo que hacen es anular la
voluntad de decidir del paciente durante un corto espacio de tiempo para
inducirle (como si fuera un autómata) una serie de órdenes o sugerencias como,
por ejemplo, no fumar o no tomar drogas. Pero, como he dicho, sea de una forma
o intención o sea de otra, en sentido moral y respecto al libre albedrío que
debería considerarse sagrado, esa práctica es peligrosa y antinatural. Si esta práctica fuera cada vez
más ejercida por más personas, se podría considerar un peligro para la
sociedad.
Es
curioso que los hipnotizadores son, o aparentan ser, gente culta y respetable
que se presentan como profesionales o gente benefactora de otros que necesitan
ayuda, sin embargo, lo cierto es que, si quisieran, podrían hacer con sus
víctimas lo que quisieran sin ninguna clase de escrúpulos. Yo no sé si habrá
ocurrido pero, en mi opinión y de acuerdo a mis conocimientos, un hipnotizador
puede hacer que una persona mate a otra o que se suicide, o cualquier otra cosa
parecida. El verdadero hipnotista siempre se quedará tranquilo de que nadie le
podría denunciar porque él se encargaría de dar la orden al hipnotizado de que
“no recuerde nada de lo que ha hecho”. Eliphas Levi, ocultista y cabalista de
hace algo más de un siglo dijo: “El uso del magnetismo pone a la persona que se
abandona a él a disposición del hipnotizador o magnetizador. Cuando éste ha
hecho su trabajo y la conexión entre ambos queda formada, el magnetismo del
hipnotizador puede producir somnolencia, catalepsia, insensibilidad y, si llega
el caso, la muerte.
De
acuerdo con los ocultistas y verdaderos clarividentes que en el siglo pasado
pudieron investigar los mundos donde vamos cuando dormimos y cuando morimos, y
los diferentes cuerpos o vehículos que el Espíritu utiliza para evolucionar
aquí en la Tierra, el ser humano tiene un cuerpo etérico (entre otros) que es
el que mantiene vivo al cuerpo físico, que es idéntico al físico, y que muchas
veces se le ha visto en forma de “fantasma” de alguien que ha muerto. Ninguna
persona de carácter y de voluntad fuerte puede ser hipnotizada y si mantiene
una actitud mental fuerte y positiva menos aún; de ahí que, generalmente, antes
de un espectáculo prueben con diferentes personas del público para ver cuál es
más débil. Cuando el hipnotizador elige a su víctima le dice que se ponga en
actitud pasiva o como si fuera a dormir. Esta es la manera en que el
hipnotizador comienza la desconexión del Ego o Yo con su cuerpo físico y su
cerebro. Aquí, como en el sueño, el Ego se retira del cuerpo físico con su
cuerpo emocional y con su mente pero hay una gran diferencia con la salida que
hacemos cuando vamos a dormir, y es que en ese caso, somos expulsados de nuestro
cuerpo, lo que es una violación a la luz de las leyes espirituales.
Durante
el sueño hipnótico, los pases y toques del hipnotizador actúan sobre el cerebro
del cuerpo etérico extrayendo el éter del espacio que ocupa la cabeza, quedando
el cerebro etérico colgado y rodeando el cuello. Es decir que vacía el cerebro
físico de los éteres que compenetran cada átomo para poner éteres suyos que
están bajo el dominio de su voluntad y de su mente. Por eso el hipnotizado no
puede elegir ni tiene voluntad para negarse a nada, pues el error fue dar
permiso al hipnotizador, que es como decir: “Puedes anular mi derecho a decidir
y mi voluntad.” Cuando se hipnotiza a una persona profundamente se expulsa al
Ego fuera de su cuerpo físico para que no haya interferencias, y a partir de
ahí el hipnotizador podrá hacer de él cuanto quiera, pero lo que normalmente se
hace más es expulsar lo éteres del cerebro para darle las órdenes oportunas o
las sugerencias según lo que vaya a hacer el hipnotizador con la víctima o paciente.
El
mayor peligro de esta práctica está en que una vez que el hipnotista ha puesto
parte de su cerebro etérico en el cerebro de su víctima, siempre queda parte
del éter de él allí, lo que le servirá
al hipnotista a modo de llave maestra para que, cuando él quiera, tener más
fácil su control y así cuantas más veces lo haga más dominio tendrá. Y esto
puede continuar así durante años hasta que uno de ellos muera. Evidentemente,
cuando hay mucha distancia entre ellos, el hipnotizador no puede conseguir sus
propósitos. Las personas que hipnotizan a otros y que no se hayan interesado por estudiar ocultismo y más
concretamente cómo actúa la Ley de Consecuencia, no saben que el karma no
perdona y que toda transgresión o causa tiene inevitablemente su efecto. Así es
que él recibirá su castigo, sea en esta misma vida o bien, como normalmente
ocurre, en la próxima. Al haber dominado la voluntad de una persona a través de
la mente estos “pecados” suelen tener como efecto que el hipnotizador renazca
con algún problema mental como, por ejemplo, una idiotez congénita.
Como acabo de decir,
el hipnotizador expulsa al Ego dueño del cuerpo físico y toma su lugar, o lo
que es lo mismo, le anula la voluntad y el libre albedrio para imponer el suyo
y obligar al cuerpo físico a hacer lo que él quiera. Lo que tiene “a favor” es
que con pocas sesiones es posible que se consiga el propósito y, por
consiguiente, el hipnotizador ha hecho un gran bien a la otra persona aunque
haya sido a cambio de dinero. Eso lo tendrá que pagar el hipnotizador en otra
vida porque el Ego, el Yo superior fue creado para ser libre y para ejercer su
voluntad y, por tanto, todo aquel que lo impida o anule, está violando una Ley
Divina y universal. Por otro lado, la persona que ha dejado de ser (por ejemplo
drogadicto) no lo ha conseguido por su propia voluntad y por eso, cuando vuelva
a renacer lo hará con la misma inclinación en su cuerpo de deseos para que fortalezca su voluntad y deje
la droga pensando en que debe cuidar y valorar su cuerpo físico que es lo único
que tiene para experimentar y aprender en cada renacimiento. El Ego debe
conquistarse a sí mismo y salir de donde él mismo se mete para desarrollar sus
propios poderes que le llevarán desde el estado salvaje hasta el Ser perfecto a
imagen y semejanza de Dios.
El drogadicto fue dominado por el cuerpo de
deseos, por tanto, es el Yo quien (como debe hacer a la larga con todos sus
cuerpos) debe vencer y dominar al cuerpo de deseos en otra vida. Estamos en la
escuela de la vida para desarrollar la voluntad y la mente y para imponer la
voluntad espiritual sobre los cuerpos. Por tanto, es nuestra obligación
desarrollar el aspecto moral, intelectual y espiritual. El hipnotizador nos
puede sacar de la inmoralidad del alcohol o de cualquier otra cosas similar,
pero eso se anulará para que seamos nosotros quien lo hagamos por medio del
sacrificio e incluso del sufrimiento; solo así nos haremos el capitán de
nuestro barco. Además y por si fuera poco lo dicho, es necesario saber que si
el hipnotizador muere antes que la persona, lo más probable es que ésta última
vuelva a caer en el mismo mal hábito.
Aunque no exactamente así, si ocurre algo
parecido más a menudo de lo que pensamos
en nuestra vida cotidiana. Me explico, hay personas con tanto poder de voluntad
que cuando se hacen comerciales o imparten charlas y conferencias, convencen de
una manera muy fácil a los presentes. De esta manera el que abre la puerta al
comercial puede terminar comprando y luego arrepentirse y otros que escuchan
(por ejemplo) a un líder religioso o sectario, terminan cantando en ese acto o
afiliándose a la religión o secta. Sinceramente, ser hipnotizado no es nada
bueno pero cuando se hace varias veces a una misma persona, tiene mucho más
peligro que lo que cualquier persona común pueda imaginar; solo diré que un
hipnotizador puede ser un peligro para la sociedad si llegara a hacer ciertas
cosas que quizás ignoren.