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Está
apunto de dominar la técnica de utilización de la energía del impulso
espiritual, para mover el mecanismo del logro material.
Libro de Urantia.
Pág.1405
Luego de su visita al Templo, Jesús volvió a ser un adolescente común y de
él se nos dice:
“Ha aprendido bien a cumplir con sus obligaciones. Sabe sobreponerse a las desilusiones y no se
amilana cuando se frustran sus planes y cuando sus propósitos resultan
temporalmente derrotados. Ha aprendido a
ser equitativo y justo aun frente a la injusticia, y está aprendiendo a ajustar
sus ideales de vida espiritual a las demandas prácticas de la existencia
terrestre. Está aprendiendo a proyectar
la consecución de metas idealistas más distantes y elevadas mientras labora
seriamente, por la consecución de objetivos necesarios más cercanos e
inmediatos. Está desarrollando el arte
de ajustar sus aspiraciones, a las demandas convencionales de los
acontecimientos humanos. Está apunto de
dominar la técnica de utilización de la energía del impulso espiritual, para
mover el mecanismo del logro material.
Lentamente está aprendiendo a vivir su vida celestial, mientras continúa
viviendo su vida terrestre. Cada vez
más, se acoge a la orientación y dirección final del Padre celestial, a la vez
que asume el papel paterno de orientar y dirigir a los hijos de su familia
terrestre. Se está volviendo experto en
arrancar la victoria de las fauces mismas de la derrota, está aprendiendo a
transformar las dificultades temporales en triunfos de la eternidad” 1405.
Vemos pues, que nada espiritual se consigue si no es a través de
lo material. Si Jesús adolescente tuvo
que aprender ¿ cuánto más deberíamos hacerlo nosotros que aun somos unos niños,
en el arte de aprender a ser espirituales.?
Cuando tomamos conciencia que la espiritualidad es algo técnico que
debemos aprender, nuestra condición humana cambia, porque dejamos de ser
contemplativos pasivos y nos vamos convirtiendo en hacedores del reino, en
nuestro propio mundo interno, porque permitimos que la misma “mente que estaba
en Cristo, también esté en nosotros” 1123, porque es “un hecho solemne y excelso
que estas criaturas bajas y materiales, como somos los seres humanos de Urantia,
somos hijos de Dios, hijos por la fe del Altísimo. Mirad cuanto amor nos ha dado el Padre para
que seamos llamados hijos de Dios” 448.
Este nuevo evangelio, que Jesús nos predicó con su ejemplo “presenta el
alcance espiritual como meta auténtica del vivir. La vida humana recibió una dotación de valor
moral y dignidad divina. Jesús nos
enseñó que las realidades eternas, son el resultado y la recompensa del esfuerzo
de una conducta recta en la tierra” 1860.
yolanda silva
solano