LIBRE ALBEDRÍO, LIBRE VOLUNTAD (lo que es la moda actual)
Hace menos de 5 años ensayábamos unos razonamientos sobre los pensamientos de uno de los filósofos occidentales más influyentes de los dos últimos siglos, los cuales creo viene bien compartir en este valioso espacio cibernético de reflexión, a propósito de la libre voluntad y de la libre elección: "Yo os elogio mi muerte, la muerte libre, que viene a mí porque yo quiero. ¿Y cuándo querré? - Quien tiene una meta y un heredero quiere la muerte en el momento justo para la meta y para el heredero."
(Así habló Zarathustra / Friedrich Nietzsche)
Mucho de lo que dijo Nietzsche en sus libros nubla peligrosamente la verdad y esta sentencia que queremos comentar es un fundado ejemplo. Su enaltecimiento del hombre superior, como amo de la tierra y de sus potencias y que ha logrado alcanzar una meta de realización personal y mental elevada, al lograr afincarse, según su concepción del superhombre, más allá del bien y del mal, adquiere cierta validez relativa al buscar liberar al hombre de los convencionalismos de las religiones, de costumbres oprobiosas y de la peregrina creencia en muchos, de que el cuerpo debe ser escarnecido y lenificado por debilidad y que el sometimiento de la conciencia a poderes oprobiosos enmascarados en misericordia y a veces piedad dadivosa pero humillante, es el mejor camino hacia la iluminación. El logro de la libertad y autonomía moral es prerrogativa del hombre, en verdad, siempre que su escala de valores y albedrío devengan en bien común y no violente los intereses de los demás, ya que el surgimiento de la licencia de las pasiones terrenales conduce al tenebroso campo de la anarquía y la superioridad infundada por sobre otros veredictos. Lo único superior es en realidad aquello que se considera útil para el desenvolvimiento y superación de la gran mayoría.
El cuerpo es el instrumento más perfecto y más evolucionado que dispone nuestro espíritu para manifestarse y progresar y por tanto se le debe cuidar y mantener como un templo sagrado. Solo mediante el ejercicio de la
voluntad y del dominio de sí mismo, se logra limar las asperezas y debilidades propias del desarrollo integral del Ego, aunque la intencionalidad y fin último de este entrenamiento son la esencia del verdadero progreso espiritual. Y en eso coincide él germano con otros ideales, desde la base del concepto, mas no en sus objetivos y cosmovisión, pues Nietzsche enaltece la satisfacción de las pasiones más allá de la moral, que si bien es relativa, es necesaria y limitante hasta que el hombre se convierta él en ley, pero según los imperativos kantianos o mejor aún cobijado bajo el precepto superior del Nazareno: “Lo que quieres que otros te hagan a ti, hazlo primero tú a ellos”.
Y es que Samael, el Mensajero de la Disolución no está sometido, ni de lejos, a ningún deseo humano por perfecto que éste pretenda haberse formado según la ‘voluntad de poder’, pues responde a otros designios y leyes de la Voluntad Divina a pesar de Nietzsche. La dicotomía suya es que, por desconocimiento y miopía de la inmensidad y riqueza de lo divino, él habla por medio de Zaratustra y exclama, frente a un supuesto triunfo del superhombre o übermensch, la muerte de Dios: “Haceos duros”, nos conmina, una dureza que un desvariado, un ‘heredero’ como Hitler interpretó a su manera y produjo un demencial daño a la humanidad, eligiendo la hora de la muerte, pero no la suya, sino la de millones de víctimas del nazismo, Su voluntad omnímoda y devastadora, como las Stalin en su momento y ahora la de las marionetas fanatizadas de Isis, es un buen mal ejemplo de que las voluntades de terceros pueden hacer y distorsionar la libertad o decisiones de otros más débiles, por las circunstancias socio políticas, económicas y religiosas y ser llevadas a aceptar el avasallamiento de las llamadas almas superiores, acaso evolucionadas de forma sesgada al haber elegido el tenebroso camino de la negatividad. Resguardémonos de otros superhombres más cercanos que quieran emular semejantes o peores tragedias. La marea violenta y casi demencial de las aguas contemporáneas, en un mundo densificado al extremo por la tecnología y el frenesí del consumismo y la búsqueda arribista del confort y del placer, está menoscabando la real prosperidad o adelanto del ser humano y está dislocando, trastocando principios éticos y morales inalienables e inamovibles del pasado y por ende necesarios para que este desarrollo inevitable de los mortales hacia la inmortalidad sea un calvario menos áspero y doliente. Seguimos eligiendo el camino de los abrojos y de la oscuridad, motivados por la fuerza del denominado progreso, del aborregamiento utilitario y no del verdadero amor e inegoísmo que son las virtudes de la Libertad. Es nuestra libre elección, que
no enteramente, y cada vez en menor medida, producto de nuestra libre voluntad personal. La abatida y sabia naturaleza, busca enseñarnos su fulgor, mientras persistimos en hollarla:
Yo sé, Naturaleza, que tú tienes un libro muy grande, todo lleno de raros jeroglíficos: y sé que el que consigue desentrañar un símbolo es sabio entre los hombres y es honra de su siglo. ¡Oh, déjame que aprenda, para leer tu libro, el mágico lenguaje en el que lo has escrito! ¿Cómo lograr mi intento? ¿Cómo lograrlo? dilo - Amor es mi idioma el vuestro es egoísmo: ni me entendéis vosotros, ni yo os entiendo, hijos. F. C. V. 1906
Jo Mero
11 de julio de 2016