El relato de la Navidad es familiar en la historia y se canta en todas las partes
del mundo. El cristiano místico, además de aceptar la versión literal, tal como
aparece en los Evangelios, encuentra en ella significados más profundos. Acepta a
María de Belén como uno de los más ilustres Maestros que ha venido a la Tierra.
Sabe que José fue uno de los primeros Maestros Iniciados del Templo de Misterios, y
que el Niño Jesús era el ego más avanzado que jamás ha encarnado en la Tierra. El
Niño Jesús, con la asistencia de la divina María, construyó el cuerpo físico más
perfecto nunca formado en este mundo, puesto que venía como modelo supremo para
toda la Humanidad.
El místico cristiano, que acepta todas estas verdades, comprueba, además, que
todo hombre es un Cristo en formación. Comprende que cada personaje de la historia
navideña representa determinada fase de su propio desarrollo interior y que cada
experiencia de esos personajes, formará parte de su propia experiencia espiritual, a
medida que aprenda a ascender, cada vez más, por el Sendero de la Santidad.
Es la comprensión de la historia navideña lo que inclina al aspirante serio a
volver a estudiar y a meditar, cada vez con más intensos entusiasmo y reverencia,
estas profundas verdades internas. Que existe una elevada meta de posible acceso, lo
indicó ya el Maestro cuando dijo: "No sólo las cosas que yo hago haréis, sino
mayores cosas que yo".
Sobre la entrada de los antiguos Templos de Misterios, como ya se ha
recordado antes, se hallaba esta inscripción: "Hombre, conócete a ti mismo y
conocerás todos los misterios del universo". A la luz de esta profunda verdad
esotérica, estudiaremos la inspiradora historia navideña y la vida y experiencias de la
Sagrada Familia, tal y como en ella se describen.