Jesús enseñó que el mandamiento más importante es amar a Dios por sobre todas las cosas. En esta temporada de Cuaresma, dejo ir mis apegos emocionales y mi “equipaje” mental, y enfoco mi atención en Dios. Cuando Jesús llamó a sus discípulos, les dijo: “Sígueme”. Ellos lo siguieron con fe, y yo sigo con fe la guía que recibo del espíritu crístico interno.
Dejo ir cualquier pensamiento, palabra o acción que me haga sentir separado de Dios. Le niego poder a toda creencia en la escasez o limitación. Reconozco y libero todo poder que haya podido darle a otra persona o a una sustancia física. El Cristo morador me recuerda que Dios es mi fuente, mi fortaleza y mi poder.
“Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente”. Éste es el primero y más importante mandamiento.—Mateo 22:37-38
YO SOY una creación de Dios —merecedora, sabia, saludable y completa.
YO SOY es mi identidad espiritual como creación de Dios. Es mi vida, mi sabiduría y mi amor moradores. Mi ser espiritual está consciente y es uno con el Espíritu siempre. Mi ser humano tal vez sea influenciado por la voluntad personal o tentado a hacer todo solo, como si estuviera a la deriva en un océano.
La oración y la meditación mantienen mi atención centrada. Utilizo afirmaciones como herramientas de navegación que me recuerdan mi verdadero potencial: YO SOY. Elijo frases positivas con “YO SOY” que me animan y son congruentes con mi identidad espiritual. Con fe, afirmo: Y O SOY una creación de Dios —merecedora, sabia, saludable y completa .
Qué voy a responderles si me preguntan: “¿Y cuál es su nombre?” Dios le respondió a Moisés: “YO SOY EL QUE SOY”.—Éxodo 3:13-14