En estos momentos en que el denominador común de los
seres humanos pareciera ser la prisa por vivir, casi resulta utópico el hablar
de adoración y contemplación espiritual, porque se supone que ello requiere de
tiempo y sobre todo de quietud, sin embargo no es así, pues la verdadera
definición de la adoración es mucho más simple, porque ella "es la técnica de
buscar en Dios, la inspiración para servir a muchos.1616" porque "no puedo
regocijarme en la paternidad de Dios, si rechazo o ignoro la fraternidad del
hombre.1454"
Desgraciadamente a lo largo de los siglos, los
cristianos hemos olvidado esta definiciones y las hemos reemplazado por
oraciones recitadas de memoria a ciertas horas y días específicos o cuando
tenemos que pedir con urgencia la ayuda divina para solucionar nuestros
problemas, olvidando que Dios no busca ni necesita la pleitesía de nuestras
oraciones, ni de nuestro reconocimiento de su soberanía capaz de concedernos lo
que le pedimos.
“El Padre Universal nunca impone ninguna forma de
reconocimiento advitrario ni adoración formal a las criaturas volitivas. Los
habitantes evolucionarios de los mundos del tiempo y el espacio, deben por sí
mismos reconocerlo y amarlo en su corazón y voluntariamente adorarlo. El
Creador rehusa ejercer coerción o imponer la sumisión del libre albedrío
espiritual de sus criaturas materiales.”22
La adoración jamás será algo inactivo ni separado de lo
material porque “mientras os dedicáis a la obtención de las verdades eternas
también debéis disponer para las necesidades de la vida temporal.”
1775
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