La elección moral, el logro espiritual, la capacidad de conocer a
Dios y el impulso de querer ser semejantes a Él son las características del
alma.
Libro de Urantia. Pág.478
Es importante no confundir ni asociar el alma con el
Espíritu. El Espíritu es una parte de
Dios que reside dentro de la personalidad humana, es perfecto y de origen
divino, su propósito es guiar la personalidad hacia Dios. En cambio el alma es una de las partes de la
personalidad humana, es finita y responde a nuestras inquietudes
espirituales. Ella es como un músculo
viviente dentro de nuestra mente, no es estática, crece o decrece, puede estar
saludable o enferma, desarrollada o débil, todo depende de nuestras decisiones y
acciones volitivas y morales que le permitan discernir lo espiritual de lo
puramente animal, pero “la autoconciencia por sí sola no es el alma”
1478.
El alma crece como
resultado de los esfuerzos combinados de la mente humana y el Espíritu infinito.
“Es el Ajustador residente, quien individualiza el amor de Dios para cada alma
humana”40. “La elección moral, el logro
espiritual, la capacidad de conocer a Dios y el impulso de querer ser semejantes
a Él son las características del alma”478.
“Dios es nuestro Padre, la tierra es nuestra madre y el universo
es nuestra cuna.
Sin Dios, el alma está prisionera, conocer a Dios es la liberación del
alma. Por la
meditación sobre Dios, por la unión con Él, viene la liberación de las ilusiones
del mal y la salvación última de todas las cadenas materiales. Conocer a Dios es cortar
las ataduras de la muerte.
Los que saben que Dios está entronizado en el corazón humano, están
destinados a hacerse semejantes a Él, son inmortales. El mal debe quedar atrás
en este mundo, pero la virtud sigue al alma a los cielos”
1449.
De este conjunto de experiencia espiritual
viviente, el Espíritu inicia y alimenta el alma. Por eso Jesús nos
advertía: “¿De qué le sirve al hombre
ganar el mundo entero si al fin pierde su alma.?”