La ternura es una bendición para
quién la recibe y para quién la entrega, porque es el fruto de ese amor
desinteresado que no teme abrir su corazón para dar y recibir. Es una cualidad
que hoy más que nunca debemos cultivar en forma consciente, si queremos en
verdad ser discípulos de Jesús y cambiar el mundo.
Porque “Dios sólo se puede realizar en los dominios de
la experiencia humana”24 Esta es una cita para acuñarla en nuestro corazón y
darnos cuenta de lo importante que somos en medio de nuestra finitud, “somos un
gusano en la tierra por nuestra naturaleza y origen, pero cuando lo habita el
espíritu del Padre ese hombre se hace divino en su destino.”1676 y si lo
deseamos, podemos transformarnos en sus mejores colaboradores.
“El necesita de hombres y mujeres que se atrevan a
depender de las enseñanzas de Jesús y que dediquen su vida a buscar el
conocimiento de su voluntad y que las energías del vivir, las consagren al
servicio altruista y a la hermandad de los hombres”2083
Pero el Padre no impone ninguna forma de reconocimiento
arbitrario de adoración formal, ni de servicio servil a las criaturas volitivas
e inteligentes de los universos”22 pues “mientras os dedicáis a la obtención de
las realidades eternas, debéis también disponer para las necesidades de la vida
temporal y material.”1775
Es necesario que nos acerquemos en forma consciente a
nuestro Padre y a nuestros hermanos, mediante algo tan simple como son los
gestos de ternura, que tomáramos la decisión de ser amables y cariñosos, que no
tuviéramos temor a ser heridos, que aprendiéramos a dar cariño, sin esperar
nada... porque el amor encierra en sí mismo su propia plenitud.
No basta querer en silencio, hay que saber demostrarlo
no con regalos costosos, sino con pequeños gestos de cariño bañados de ternura.
1773