La evolución espiritual es una experiencia de elección
creciente y voluntaria .
Libro de Urantia. Pág.1460
La evolución espiritual, nuestro perfeccionamiento, no
puede ser una decisión que se toma en un momento de entusiasmo o misticismo,
pues la evolución debe ser alimentada día a día para que se mantenga con vida,
porque al igual que nuestro cuerpo físico necesita de fuerzas renovadas y de una
voluntad creciente y continua, porque todo lo que se estanca muere.
" La religión
no es una técnica para llegar a una paz mental estática y dichosa; es un impulso
hacia la organización del alma para el servicio dinámico. Es enlistar la
totalidad del yo para el servicio leal del Dios amante y para servir al hombre.
La religión paga cualquier precio esencial para el logro del fin supremo, el
premio eterno.”1097
La evolución no tiene vacaciones, porque la perfección
que buscamos, los significados que necesitamos para crecer espiritualmente, sólo
los podemos encontrar en la realidad que a diario a cada uno le toca vivir, por
eso " los valores no pueden ser jamás estáticos; la realidad significa cambio,
crecimiento. El cambio sin crecimiento, sin expansión de significado y
exaltación de valor, no tiene sentido, es potencialmente un mal. Cuanto más
grande sea la calidad de adaptación cósmica, más significado tendrá toda
experiencia. Los valores no son ilusiones conceptuales; son reales, pero siempre
dependen del hecho de las interrelaciones.”1097
Lo humano y lo divino jamás deben estar disociados
porque "aislar parte de la vida y llamarla religión es desintegrar la vida y
distorcionar la religión 1124" Por esta dicotomía es que hay tanta gente
religiosa y tan pocos seres evolucionados...porque es muy cierto que "la
verdadera religión, de hecho no funciona separada del
individuo.1778"
No nos cansemos de revisar nuestra vida, para darnos
cuenta si la estamos viviendo en forma monótona y convencional o si nuestras
ansias de evolución espiritual, están siendo el motor que mueve nuestra
existencia cotidiana, aprendiendo a transmutar lo ordinario en extraordinario al
darle conciencia a nuestros actos, cualquiera que ellos sean. No es importante
lo que hacemos, sino el cómo lo hacemos.