Algo
aparentemente tan sin importancia, como cinco panes y dos pescados secos, dieron
origen a uno de los más grandes milagros de Jesús. Este relato, nos muestra como
el Hijo de Dios, no sólo se preocupa de darnos el pan de vida de su doctrina,
sino que también siente compasión por nuestras necesidades humanas básicas,
porque Él nos dijo: mientras os dedicáis a la obtención de las realidades
eternas, debéis también disponer para las necesidades de la vida temporal.”
1778
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Si analizamos
el inmenso entusiasmo de la gente, nos daremos cuenta que ellos no estaban junto
a Jesús porque alguien los obligara, tampoco buscaban bienes materiales, ni
siquiera como en otras ocasiones, pedían que sanara a sus enfermos. La multitud,
simplemente quería escuchar a Jesús y embelesado por sus palabras, olvidaban el
hambre que sus estómagos tenían que sentir después de tres días lejos de sus
hogares.
Escuchar a Jesús con esa misma dedicación, es
primordial para acercarnos a la enseñanza y comprenderla. Escuchar es aquietar
el bullicio interior y el hambre de consumismo. Es olvidarse de uno para pensar
en el Todo, porque “la religión es primero una adaptación interior y personal,
pero luego se vuelve un asunto de servicio social y de adaptación al grupo.”
1090 porque si no es un egoísmo y un autoengaño.
Conocer la enseñanza, no es suficiente para
avanzar en el camino espiritual, es preciso que “cada uno tome de la enseñanza,
lo que encuentre acogida en su corazón.”1818 porque “el progreso exige el
desarrollo de la individualidad, pues la mediocridad busca la perpetuación en la
estandarización.”557
yolanda
silva solano yosis282@gmail.com