Cualquiera
que beba el agua del Espíritu vivo nunca tendrá sed.
Libro
de Urantia. Pág.1612
Estas
palabras reveladoras, fueron dichas por Jesús a una mujer
samaritana. En aquel tiempo, había una gran rivalidad entre los judíos y
los habitantes de Samaria y
además, los hombres no le dirigían la palabra a las mujeres en
público, sin embargo el Maestro no dudó
en romper todas las tradiciones para ofrecerle a esta mujer esa agua viva, que
tal vez en forma inconsciente esta mujer estaba buscando y necesitando para
cambiar su vida.
Pero
a la bondad de Jesús hacia la samaritana, no le basta el dirigirle la
palabra, sino que le ofrece el agua viva que él ha venido a traer a todos los
seres humanos y ante la extrañeza de la samaritana, no duda en hacerle la gran
revelación: que es el Hijo de Dios y en forma tácita le dice que él ha venido a
buscar las ovejas perdidas. Jesús no juzga ni condena la conducta ajena, como
con tanta frecuencia lo hacemos nosotros, El simplemente ama y perdona.
Si nosotros
fuésemos capaces de seguir su ejemplo y "no cometiéramos el error de
juzgar la religión de otro, con nuestras propias acciones y conocimientos.
“1115" seríamos mucho más tolerantes y "juzgaríamos el valor de
un alma, sobre la base de las imperfecciones de la mente o de los apetitos del
cuerpo. No midáis el destino de un alma , ni midáis su destino por la medida de
un sólo episodio desafortunado.”1729
Yolanda
silva solano