¡Estoy listo para nuevos descubrimientos y logros!
Soy responsable por ser yo. Acepto esta responsabilidad acogiendo quien soy. Sí, tengo una identidad física, pero yo soy un ser espiritual. El Espíritu en mí es mi fuente inagotable de sabiduría y fortaleza. En cada momento de la vida, mi ser interno y sagrado me hace una persona completa.
Tengo ante mí oportunidades ilimitadas. Ni la edad, ni el género, ni la economía me retienen. Comienzo proyectos con el deseo de explorar. Avanzo con fe por nuevos caminos; voy más allá de mi zona de comodidad para descubrir y expresar mis talentos y habilidades.
Me siento cómodo al relacionarme con los demás. Yo soy guiado y apoyado por mi naturaleza divina.
Expreso gratitud por los muchos canales por los cuales fluye el amor maternal.
En este día dedicado a apreciar a las madres, encuentro útil expandir esta energía afable para incluir los muchos canales por medio de los cuales el amor materno ha fluido en mi vida.
Cualquiera que sea mi género o historia personal, el amor materno es un poder íntimo e importante para mí. Fluye hacia mí por medio de muchos canales y me envuelve como una presencia divina.
Siento el amor materno como mucho más que un sentimiento cálido y agradable. Hoy reconozco su gran poder en mi vida, expresándose como guía, comprensión y energía creativa. Honro la presencia materna recibiendo con beneplácito cualquier oportunidad que tenga para compartir amor con los demás.
Gracias a la oración cambio mi conciencia de separación a unidad.
Estas palabras resumen el primer principio de las enseñanzas de Unity: Solo existe Un Poder y Una Presencia activa en el universo y en mi vida, Dios el bien omnipotente. Si comprendo este concepto de unidad, sé que yo soy una expresión de lo Divino. Al orar, lo hago consciente de mi identidad sagrada.
Oro, no para cambiar al mundo, sino para cambiar mi comprensión de este. Aparto mi atención del mundo externo y la centro en la sabiduría espiritual. Dejo ir la preocupación y cualquier sentido de separación. Afirmo amor incondicional y permito que Dios sea el bien universal desarrollándose en mi vida. A medida que mis pensamientos son transformados, yo soy renovado en comprensión y fe.
Y mientras oraba, cambió la apariencia de su rostro, y su vestido se hizo blanco y resplandeciente.—Lucas 9:29
Los niños son parte de nuestras mayores bendiciones.
Cada uno de nosotros nace en pureza absoluta. Crecemos, vemos y aprendemos en un estado constante de maravilla. Una de las mayores bendiciones que podemos recibir de los niños es ser testigos de su asombro y alegría a medida que descubren el mundo en el que viven.
Jesús nos instó a ser como niños: a vivir con fe, fascinación e inocencia. Los niños nos recuerdan lo que es verdaderamente importante: el amor, la risa, la aceptación, la receptividad y el deleite. Llevo una vida mucho más rica y plena cuando recuerdo acoger mis circunstancias con la frescura y la emoción de un niño.
La vida es una maravilla, y los niños están entre nuestras mayores bendiciones.
Dejen que los niños se acerquen a mí. No se lo impidan, porque el reino de los cielos es de los que son como ellos.—Mateo 19:14