Soy el Año Nuevo, vengo a puro e inmaculado,
acabo de salir de las manos de Dios...
Cada día es una perla de gran precio que te es concedida
para que la ensartes en el hilo de plata de la vida.
Una vez ensartada, ya no puede desenhebrarse jamás.
Queda allí como testimonio inmortal de tu fe y de tu destreza.
Debes entonces, fundir cada minuto
como eslabón dorado
a la cadena eterna de las horas.
En tus manos te han sido entregadas riquezas y poder
para hacer de tu vida lo que quieras.
Te doy libremente y sin reserva,
doce meses gloriosos refrescantes como una caricia.
Días para trabajar y recrearte en la belleza de las cosas.
Noches para que duermas con un sueño sereno.
Todo lo que tengo te lo doy con amor
Todo lo que te pido es que no permitas
Que nadie profane tu fe, ni oscurezca tu visión.
Autor desconocido