Jesus era un observador agudo, se interesaba por el
hombre y su forma de vivir en la tierra.
Libro de Urantia. Pág.1360
Cuando Jesús
asumió su auto otorgamiento fue para enseñarnos a cumplir la voluntad del
Padre, pero no mediante hechos extraordinarios, sino a través de la vida
sencilla e igual a la de cualquier hombre de su tiempo, y en una ciudad
pequeña como Nazaret, donde jugó con compañeros de su edad y donde en la
medida que creció aprendió el humilde oficio de carpintero. Pudo haber ido con
los sacerdotes del templo para que lo instruyeran de una manera especial, pero
prefirió enseñarnos a nosotros como acercarnos a la divinidad por medio de las
tareas cotidianas.
" El
Hijo del Hombre experimentó la entera gama de las emociones humanas que van
desde la alegría más espléndida hasta la pena más profunda. Fue un niño alegre
y un ser de raro buen humor; asimismo fue un «varón de dolores. En un sentido
espiritual, vivió su vida mortal de abajo hacia arriba, del principio al fin.
Desde un punto de vista material, podría parecer que escapó de vivir en los dos
extremos sociales de la existencia humana, pero intelectualmente llegó a estar
completamente familiarizado con toda la experiencia completa de la humanidad.”1435
Imitemos a
Jesús, no busquemos lo extraordinario, ni las nuevas revelaciones,
simplemente estemos conscientes de lo que hacemos, sin importar lo que
sea, porque es esa conciencia de lo que se hace, lo que le da a nuestras
acciones el valor agregado de eternidad.