Cuando perdonas a tu hermano, estás creando en tu alma a capacidad para
recibir el perdón de Dios por tus errores.
Libro de Urantia. Pág.1861
El rencor y la ira, tienen
también un disfraz tanto o más pernicioso que la explosión de cólera y es, la
tristeza. Como no es bonito, no nos
permitimos sentir rabia, la disfrazamos de tristeza y así caemos en la
autocompasión ¿ por qué a mí me sucede estas cosas.? Esta tristeza enceguece igual que
la cólera, porque por compadecernos, no buscamos las causas del problema y nos
sumimos en una tristeza que lleva irremediablemente a la depresión, de la cual
muchas veces necesitamos ayuda externa y farmacológica, para poder salir de
ella.
Ignoramos que el remedio
está en nosotros mismos, cuando reconocemos sinceramente nuestros propios
errores y tomamos conciencia de la oración que aprendimos cuando niños, pero
que de tanto repetirla como papagayos, hemos olvidado totalmente su significado
y nos permitimos el lujo de guardar rencores, como si nosotros fuésemos más
importantes que el mismo Dios.
Es como si pensáramos que
Él tiene el deber de perdonar nuestras faltas, mientras nosotros nos solazamos
en alimentar nuestros rencores, que sólo sirven de alimento al ego que acaba
destruyéndonos emocionalmente, porque " de todos los peligros que acechan
a la naturaleza del hombre y arriesgan su integridad espiritual, el orgullo es
el peor, el egocentrismo es vanaglorioso y suicida.” 1223