Cuando
las nubes se acumulan y vemos todo negro y el miedo, o la soledad nos visitan,
nuestra fe se debe acrecentar y recordar que nunca estamos solos, porque Dios
está en el cielo, pero también mora en nuestra mente, porque Él hace contacto
directo con la mente humana y le otorga una parte de su ser infinito, para que
viva dentro de ella el Espíritu residente.
“Cuando
tomamos conciencia de esta realidad, el temor a la existencia es reemplazado
por el amor de nuestro Padre, por tanto ante cualquier embate de la naturaleza,
debemos permanecer en calma, aprendiendo a encauzar nuestras emociones. para
que ni el miedo ni el descontento, sean capaces de hacernos perder nuestra fe y
confianza en Él
En la medida que
asumimos que no somos un ente aislado, sino parte de un Todo, en vez de
quejarnos por los accidentes del tiempo, debemos pensar en la forma positiva
como aminorar en forma personal, los males que asolan al universo, al ver
debilitada la capa de ozono por el calentamiento global de la tierra y ahora por
el Coronavirus.