La experiencia de una
vida religiosa dinámica, transforma el individuo mediocre, en una personalidad
de poder idealista.
Libro de Urantia.
Pág.1094
“El hombre, siendo una criatura, no es
exactamente como el Ser Supremo que es deidad, pero la evolución del hombre, de
alguna manera se asemeja al crecimiento del Supremo. El hombre crece desde lo
material hacia lo espiritual, por la fuerza, poder y persistencia de sus
propias decisiones. También crece a medida que su Ajustador del Pensamiento
desarrolla nuevas técnicas para alcanzar hacia abajo, desde el nivel espiritual
a los niveles moronciales del alma” 1282
Nuestra
evolución consiste en buscar y encontrar a Dios donde antes no lo hacíamos, es
decir en nuestra vida cotidiana, porque “aislar parte de la vida y llamarla
religión es, desintegrarla vida y distorsionar la religión” 1124
Debemos
pues “dedicar nuestra vida a la elevación de la tarea diaria, porque para aquel
que conoce a Dios, no hay labores comunes, ni tareas pequeñas” 1960 Ni
cuarentenas amargas…