La mayor prueba de amor de nuestro Creador, es el habernos otorgado a
cada uno su propio Ajustador, lo cual disminuye la distancia de la separación
entre el hombre y Dios, pues ellos descienden directamente del Padre y están
siempre dispuestos ayudarnos en nuestras decisiones, pero sólo nos guían, jamás
nos obligan, porque la vida eterna no es un don, cada uno debe trabajar para
obtenerla, ni siquiera Dios puede imponer la salvación.
Las puertas de la eternidad sólo se abren en respuesta a la libre
elección de los seres con albedrío. El Camino a Casa depende de nuestro propio
discernimiento, pero con la seguridad que no estamos nunca solos porque el amor
divino nos acompaña en todo momento.
Eso
no quiere decir que seamos inmunes a los problemas, porque mientras vivamos en
este Planeta ellos son nuestros maestros, porque ninguna experiencia valiosa
ocurre jamás en vano, y no sólo para nosotros sino que también son aprovechas
por el Supremo.