El gozo abunda en mí cuando me abro a la belleza que me rodea. Respiro aire fresco y siento el sol en mi piel, admiro el cielo azul y escucho la lluvia caer. Sumerjo mis sentidos en la gloria del mundo natural y me siento alegre.
Esa conciencia profunda se extiende a mis interacciones con mis familiares y amigos. Honrar la divinidad de quienes están en mi vida me ayuda a percibir sus cualidades únicas y me brinda gozo. Cuando vivo con un espíritu alegre, sustento mi luz interna y mi ambiente.
Yo soy un ejemplo de la manifestación del gozo cuando expreso mi naturaleza alegre. Mientras más alegría comparto con la gente a mi alrededor, más alegría recibo a cambio. El círculo de compartir crece.