A lo largo de los años, he aprendido el valor de pedir guía y de compartir lo que he aprendido si alguien lo solicita. Cuando intercambiamos ideas, encontramos una sabiduría mayor que no habría sido evidente para ninguno separadamente.
Esta sabiduría mayor no está fuera de mí. Es una voz apacible y delicada a la que puedo acudir en cualquier momento. Puedo acudir a su guía en cualquier momento para que me muestre el camino.
Tengo acceso a mi guía interna al abrir mi mente y mi corazón cuando oro. Entonces observo y escucho, recordando que la guía divina puede llegar de una forma familiar o una inesperada que me sorprende y deleita.