Una señora de edad había esperado toda la vida la oportunidad de viajar en un tren.
Quería contemplar,
devorar cada paisaje con los ojos
y disfrutar todo cuanto pudiera en los kilómetros que iría a recorrer.
Entró muy decida en el vagón de pasajeros y cuando el tren partió,
comenzó a acomodar los paquetes y cestas que traía,
trató de arreglar confortablemente su asiento y acomodar las cortinas,
y colocarse en situación cómoda pero …
de repente, cuando ya estaba lista para comenzar la contemplación del paisaje,
el conductor voceó el nombre de la estación a la cual iban, ¡habían llegado!.
“Que pena”, dijo ella,
“si hubiese sabido que llegaríamos tan pronto no habría perdido tiempo en pequeñeces”
.A.D.