Soñé que tu me llevabas
por una blanca vereda,
en medio del campo verde,
haci el azul de las sierras,
hacia los montes azule,
una mañana serena.
Sentí tu mano en la mia,
tu mano de compañera,
tu voz de niña en mi oido
como una campana nueva,
como una campana virgen
de un alba de primavera.
¡Eran tu voz y tu mano,
en sueños tan verdaderas!...
Vive, esperanza, ¡quién sabe
lo que se traga la tierra!.
A. Machado
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