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~~CATECISMO~~: 8 razones para ir a Misa
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De: Atlantida (Mensaje original) |
Enviado: 28/10/2017 01:52 |
"La Misa es aburrida". "No obtengo nada de la Misa: ¿Por qué debo ir?"
"¿Por qué no puedo rezar solo?" Estas son preguntas comunes,
especialmente entre los jóvenes y también entre muchos adultos. Veamos
cuál debe ser nuestra respuesta. "Hagan esto en memoria mía". - Jesús (Lucas: 22:19)
"Si realmente supieras quién eres, quién es Dios y cuánto
agradecimiento le debes a Él, querrías ir a Misa. La Misa será la fuente
y el centro de tu vida espiritual". - James Stenson
Estas son preguntas comunes, especialmente entre los jóvenes y
también entre muchos adultos. El gran Obispo Fulton J. Sheen, cuando
dirigía un retiro para adolescentes, una vez dio una charla sobre el
significado de la Misa. Dijo que "si no obtienes nada de la vida, es
porque no vienes a ella con las verdaderas expectativas". La Misa no es
entretenimiento, añadió. Es el culto a Dios que nos creó y que nos
salvó. Es una oportunidad para alabar a Dios y agradecerle por todo lo
que ha hecho por nosotros.
Si se entiende correctamente la Misa, dijo el Obispo Sheen, tendrá
más significado para nosotros. Vamos a querer ir a Misa. Entenderemos
por qué la Misa es el don precioso de Dios para nosotros y no pensaremos
en rechazarlo. Aquí hay ocho razones para ir a Misa:
- El mandato de Dios
El tercero de los Diez Mandamientos dados a Moisés por Dios dice: "Recuerda santificar el Sabbat". (Éxodo 20, 8)
- El mandato de Cristo
¿Por qué debemos santificar el Sabbat yendo a Misa? La Misa fue
instituida en la Última Cena por Jesús antes de la Crucifixión. La
Última Cena fue la primera Misa
Cuando llegó la hora, él
(Jesús) tomó su lugar en la mesa con los apóstoles… Luego tomó el pan,
lo bendijo, y se los dio diciendo: "este es mi cuerpo, que será
entregado por vosotros, hagan esto en memoria mía" (Lucas 22:14,19)
Cuando celebramos la Misa, repetimos la Última Cena, como Jesús nos
mandó hacer. Al hacer esto, recordamos y recreamos su gran acto de amor
por nosotros en la Cruz: tomando nuestros pecados sobre sí para que
nosotros, si seguimos sus mandamientos, podamos vivir con Él para
siempre en el cielo.
- El mandato de la Iglesia
La Iglesia enseña que tenemos que cumplir el mandato de Jesús ("Hagan
esto en memoria mía") yendo a Misa el domingo (o en la víspera la noche
anterior). El Catecismo de la Iglesia Católica (1994, num. 2180
y 2181) explica que ir a Misa el domingo o los días de guardar
constituye uno de los seis mandamientos de la Iglesia.
Estos
Mandamientos de la Iglesia también exigen recibir la Comunión al menos
una vez al año en Pascua, confesarse de todo pecado mortal como
preparación para la Comunión y observar, cuando así esté prescrito, los
días de ayuno y abstinencia. Estos mandamientos se refieren a las
responsabilidades mínimas de un católico. No cumplirlas por nuestra
irresponsabilidad, enseña la Iglesia, constituye un pecado grave.
- La Iglesia habla con la autoridad de Jesús.
¿Por
qué debemos obedecer estas enseñanzas de la Iglesia? ¿De dónde recibió
la Iglesia esta autoridad? De Jesús. En Mateo 16:18-19, Jesús hizo a
Pedro la cabeza de su Iglesia: el primer Papa. Les dio a Pedro y a la
Iglesia "las llaves para el reino de los cielos".
Te digo a
ti: tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las
puertas del infierno no prevalecerán contra ella. Te daré las llaves del
reino de los cielos. Lo que ates aquí en la tierra quedará atado en el
cielo y lo que desates en la tierra, también será desatado en el cielo.
La autoridad de la Iglesia en fe y moral es absoluta porque la autoridad
de Cristo es absoluta.
- Lo que hacemos en Misa
Antes que nada la Misa es un sacrificio
– el sacrificio perfecto, creado por Jesús. A través del sacerdote
ofrecemos a Jesús, en cuerpo y sangre, al Padre, así como Jesús se
ofreció a sí mismo al Padre en la Cruz.
De forma incruenta
repetimos – hacemos presente – la muerte de Cristo y la Resurrección. A
través de este memorial de Jesús, ofrecemos a Dios nuestra alabanza,
nuestro dolor por los pecados y nuestro profundo agradecimiento.
La Misa también es una comida. En la consagración, el pan y el vino,
por medio del poder del Espíritu Santo, se convierte en el cuerpo y la
sangre de Cristo. No es un mero símbolo, sino que es la verdadera carne y
la verdadera sangre de Jesús bajo la apariencia de y vino. Cuando
recibimos la Santa Comunión, recibimos al mismo Jesús. Él es la
verdadera comida para nuestra alma. Él dijo esto muy claramente: Les
digo, a menos que coman la carne del Hijo del Hombre y beban su sangre,
no tendrán vida. Quien coma mi carne y beba mi sangre tendrá vida
eterna y lo resucitaré en el día final. Mi carne es verdadera comida y
mi sangre es verdadera bebida. Quien coma mi carne y beba mi sangre
permanece en mí y yo en él (Juan 6:55-56).
¿Cuáles son los
beneficios de la Santa Comunión? Fortalece nuestra unión con Jesús. Él
vive en nosotros de manera especial y nos limpia de los pecados veniales
(los pecadores mortales requieren el perdón en la confesión). Nos da la
gracia para evitar el pecado en el futuro y aumenta nuestro amor por
Dios y por el prójimo.
- ¿Por qué tengo que alabar con otras personas?
Dios nos hizo seres sociales. Él quiere que estemos juntos en comunidad
para alabarlo. Jesús dijo: "donde dos o más estén reunidos en mi
nombre, allí estaré" (Mateo 18:20).
- ¿Cuáles son las consecuencias para otros si dejamos de ir a Misa?
James Stenson lo explica:
Nuestros
ancestros sufrieron persecución, incluso la muerte, para poder
participar de la Misa. Cuando tengas hijos algún día, ellos necesitarán
la gracia y la fortaleza que se obtiene en la Misa. Si dejas de darles
esta enseñanza por tu propia indiferencia, les harás la más grave
injusticia a ellos y a Dios. Tienes el poder de liquidar, en una
generación, la fe que ha sostenido a tu familia, por generaciones. Esta
es una responsabilidad enorme y tendrás que responder a Dios por ella.
- Los beneficios de la Misa
Si le damos a Dios la oportunidad, nos ayudará a experimentar los
tremendos beneficios de la Misa y de la Eucaristía. James Stenson
escribe:
Sé paciente. Anda a Misa en actitud de oración y
agradecimiento, y podrás obtener grandes dones espirituales: consuelo,
confianza, paz, felicidad profunda y la fuerza espiritual para afrontar
los desafíos de la vida.
La Madre Teresa una vez escribió: "Jesús es mi Dios/ Jesús es mi
esposo/ Jesús es mi vida/ Jesús es mi todo. Por eso, nunca temo". La
Madre Teresa iba a Misa todos los días. Si amamos la Misa como ella lo
hizo, nosotros también viviremos en Jesús, y Él en nosotros, y nunca
tendremos miedo.
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