Asómese usted a su propio corazón .
¿Qué tan limpio lo encuentra?
Porque esta limpieza es tan importante, que Cristo, refiriéndose a ella, la proclamó como bienaventuranza:
"Bienaventurados los limpios de corazón porque ellos verán a Dios". (Mt; 5-8)
Pero usted, se preguntará con razón:¿limpieza de qué?.
Pues simplemente de todo aquello que le impida ver clara y lúcidamente a Dios.
En primer lugar, limpieza de todo pecado grave, en cualquiera de sus multiples y variadas formas.
Esto es tan evidente, que no es necesrio abundar en razonamientos.
Pero hay otra c osa mucho más importante, de la que también e snecesario que usted este limpio: es la limpieza de prejuicios.
En ésta si hay que insistir, porque los prejuicios son epídema del hombre en nuestra época.
Y,
lo que es peor, el hombre de hoy, basado en sus prejuicios, que él
piensa que son verdades palmarias, no solo se incapacita para ver a
Dios, sino que frecuentemente se siente impelido a combatir la fe en El.
¿Y de dónde han surgido estos prejuicios que han contagiado a tantas personas?.
Unos son prejuicios originados en conclusiones erróneas de sistemas filosóficos falsos.
Otros
prejuicios tiene su fuente en las posiciones ya tomadas por muchos
hombres en favor del placer desmedido, de la ganancia injusta, de la
ambición del poder, etc...
Otros prejuicios más han surgido de maneras distorcionada de juzgar a la Iglesia.
Asómes
pues usteda su corazón y certifique que si está limpio de tan
múltiples pecados y de tan perniciosos prejuicios, para que realmente
esté usted capacitado para ver a Dios.
No
vaya a ser que de usted tenga que decir Cristo lo que dijo de los
fariseos, que nunca lo reconocieron: "dejadlos: son ciegos que guian a
ciegos. Y si un ciego guía a otro ciego, los dos caeran en el hoyo" (Mt.
15, 14)
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